jueves, 2 de julio de 2009

BENJAMÍN VICUÑA MACKENNA, EL MAS JOVEN DE LOS VIEJOS*

Sergio Grez Toso**


“¿Qué fue Vicuña Mackenna? Enmiendo: ¿Qué no fue Vicuña
Mackenna? Fue gran político, gran historiador, tribuno,
viajero, poeta en prosa, crítico, literato, diarista incomparable,
monstruo de la naturaleza. Escribía en francés como un
parisiense y peroraba en inglés como un norteamericano. Tan
sabiamente analizaba los detritus y las plantas, como los
poemas y las oberturas. Su cabeza era una enciclopedia…”.


Así describía Rubén Darío a este connotado personaje del siglo XIX chileno. Al poeta nicaragüense le faltaba decir que Vicuña Mackenna fue también militante subversivo, abogado, diputado, senador, Intendente de Santiago, candidato a la Presidencia de la República, representante diplomático confidencial del gobierno chileno, bombero, ayudista de las organizaciones de trabajadores y fundador de la Sociedad Protectora de Animales. A los 19 años militó en la Sociedad de la Igualdad de Santiago Arcos y Francisco Bilbao.


Con ellos y junto a un núcleo de aguerridos artesanos se alzó en armas el 20 de abril de 1851 contra el gobierno conservador del general Manuel Bulnes. Fueron derrotados. Luego de escapar de la cárcel, Vicuña Mackenna se dirigió al Norte Chico donde siguió combatiendo a los “pelucones” hasta que su bando, el liberal, fue definitivamente derrotado. Tenía apenas 20 años de edad. Entonces partió al exilio. Llegó a California –en plena “fiebre del oro”- a comienzos de 1853. Recorrió buena parte de los Estados Unidos, México y Canadá. Luego se embarcó a Europa, realizando uno de sus mayores sueños: conocer París. Viajó por Francia, Inglaterra, la Irlanda natal de su abuelo materno, el general Juan Mackenna O’Reilly, Italia, Austria, Alemania, Holanda y Bélgica. Volvió a Chile después de casi tres años de ausencia, pasando antes por Brasil y Argentina. Sus agudas observaciones quedaron registradas en su Diario de Viaje, del mismo modo como lo venía haciendo desde los 17 años cuando empezó a escribir su primer Diario de vida.


De regreso a la patria, el joven Benjamín terminó sus interrumpidos estudios de Derecho y empezó a ejercer la profesión de abogado. Pero muy pronto se vio involucrado en una intensa actividad política de oposición al gobierno conservador de Manuel Montt.


Su periódico Asamblea Constituyente fue clausurado por las autoridades. Vicuña Mackenna terminó nuevamente en la cárcel donde permaneció varios meses hasta que fue enviado por segunda vez al exilio, el Perú, mientras en Chile se desarrollaba una nueva guerra civil. Al cabo de un año, en el verano de 1861, volvió a su país. Aún no cumplía 30 años de edad.


La liberalización iniciada ese año le permitió desarrollar sus potencialidades políticas e intelectuales. Fue elegido diputado y en 1865 realizó una misión confidencial por encargo del gobierno chileno de 10 meses en Estados Unidos para tratar de ganar el apoyo de ese país a favor de varios países sudamericanos que estaban en guerra con España. En Nueva York, el incansable Vicuña Mackenna editó en lengua española el periódico La Voz de América que abogó por la libertad del continente y la independencia de Cuba y Puerto Rico aún sometidos al colonialismo español.


En 1870 y 1871 realizó un nuevo viaje por Europa, esta vez acompañado de su bella esposa, su prima Victoria Subercaseaux Vicuña, con quien se había casado, por amor, en 1867, y de su pequeña hija Blanca. Estando en Francia reporteó para El Mercurio de Valparaíso la guerra franco-prusiana y sintió de cerca el impacto de la Comuna de París. Imbuido de la cultura europea, Vicuña Mackenna trató de sembrar en Chile el ideal de civilización que predominaba en el mundo occidental. Una activísima labor a la cabeza de la Intendencia de Santiago (1872-1875) dio cuenta práctica de ese proyecto. Su plan de transformación de la capital se propuso, entre otros objetivos, la canalización del Mapocho, construcción de un camino de cintura, de mercados y escuelas, transformación de los barrios pobres de la zona sur, dotación de agua potable, apertura de calles, construcción de canales y de un nuevo matadero, supresión de las chinganas públicas y su reemplazo por casas de diversión popular, creación de nuevas plazas y paseos, entre ellas su obra más conocida, el paseo del cerro Santa Lucía. A pesar de numerosas críticas, bajo la dirección personal de “el loco del Santa Lucía” (como empezaron a llamar a Vicuña Mackenna los mediocres de aquella época), el proyecto se concretó en apenas tres meses y medio en sus aspectos principales.


Su entusiasta temperamento lo llevaba siempre a nuevas empresas: en 1875 renunció al cargo de Intendente para presentar sin apoyo oficial una candidatura liberal disidente a la Presidencia de la República. Fue la famosa Campaña de los Pueblos, primera justa electoral de masas de la historia de Chile, que sobrepasó con creces el estrecho círculo oligárquico en que se desarrollaba hasta entonces la actividad política. Su viaje en tren a las provincias del sur, los desfiles, meetings y banquetes en los que participaron un gran número de elementos populares y de clase media, le dieron a la campaña vicuñista un estilo y tonalidad nunca antes visto en el país. Pero las prácticas políticas de la época caracterizadas por una fuerte intervención electoral del Ejecutivo, impedían que prosperara una candidatura “díscola”, sin apoyo oficial. Vicuña Mackenna se vio obligado a deponer su postulación al sillón presidencial.


Durante la Guerra del Pacífico, Vicuña Mackenna desarrolló una activísima labor de propaganda patriótica y de apoyo a las víctimas (heridos, mutilados, viudas y huérfanos). Esos años y los que siguieron fueron también los más prolíficos de su producción periodística e historiográfica.
Sus biógrafos han dicho que fue apasionado, vehemente, impetuoso, bipolar e hiperquinético. Se han criticado sus excesos de apasionamiento e imaginación en la reconstrucción de los hechos históricos y la falta de rigurosidad de su gramática Todos estos juicios contienen, sin duda, algo de verdad. No obstante, es innegable que fue uno de los chilenos más portentosos de todos los tiempos, poseedor de una extraordinaria capacidad de trabajo. Basta decir que su prolífica obra escrita quedó plasmada en a lo menos 163 libros de su exclusiva autoría, 1.733 artículos en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, sin contar varias colaboraciones en libros colectivos y 713 discursos parlamentarios.


Como hombre de su tiempo y de su clase –la fracción más ilustrada y aburguesada de la aristocracia criolla-, Benjamín Vicuña Mackenna fue un auténtico liberal del siglo XIX. Eso explica su acción progresista en muchos campos, pero también las críticas que desde nuestra perspectiva podemos formular a su pensamiento y obra en temas como la cuestión mapuche o su proyecto de ciudad. Vivió la vida a fondo, con una pasión juvenil semejante a un torbellino. Cuando murió en enero de 1886, a la temprana edad de 55 años, su aspecto era el de un anciano. Parafraseando a Salvador Allende, podría decirse que era un “viejo joven”. No cabe duda.



* Publicado en The Clinic, Nº300, Santiago, 2 de julio de 2009, pág. 41.
** Director Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, profesor de la Universidad de Chile.
2