viernes, 3 de octubre de 2008

Mi padre el anarquista

Dr. Pedro Bravo - Elizondo
Professor of Spanish, Latin American Literature,
Civilization and Films Wichita State University.Wichita, Kansas
Iquiqueño

Mucho se habla con respecto al abuso que sufren los niños de parte de sus padres, la familia y el entorno. La conclusión es que tales criaturas repetirán el ciclo cuando sean adultos. Pienso que no es una regla absoluta, como nada lo es, pero de existir, existe. En la escuela primaria de mis tiempos, la norma era, “la letra con sangre entra” residuo medieval en la enseñanza. La otra era “el magister dixit”, el maestro lo dice y no se podía argüir, so pena de muerte. En la secundaria no variaba mucho. En el Instituto Comercial de Iquique, cuando alguien cometía una falta en clase –éramos unos cuarenta- y el culpable no aparecía, nos castigaban dejándonos una o dos horas después de fin de clases, en el enorme patio del viejo plantel. Separados por un metro de distancia, no debíamos hablar o hacer ningún gesto. No había relación alguna entre el castigo y la falta cometida.

Cuando un día los listos de siempre –eran de El Matadero- dijeron a la clase: “El miércoles nos vamos al teatro Coliseo pues van a mostrar ‘Sansón y Dalila’ en matiné y luego se la llevan. El que no venga es un mari...nero”. Ante tal argumento, hubo que apechugar. Al día siguiente, el director nos envió a todos a casa, con una nota escrita, suspendidos por tres días. Vivía entonces con mi padre, y no en la chata, pues si así hubiese sido, me habrían pasado por la quilla de la embarcación o azotado por el mandamás del barco, por amotinamiento. Mi padre que era anarquista, cuando leyó el mensaje del director, sonrió y me dijo: “Tú decides lo que haces, pero aceptas la responsabilidad por ello”. El, su hermano Nazario y Daniel, Exequiel Miranda y otros lancheros en el puerto, habían aprendido sobre el anarquismo en el Ateneo Obrero con el profesor primario Eulogio Larraín Ríos, director del conjunto teatral “Domingo Gómez Rojas”. Durante el período de Carlos Ibáñez del Campo y su dictadura (1927-1931), anarquistas, socialistas, comunistas y dirigentes de diversas instituciones fueron perseguidos y encarcelados. Mi padre y sus hermanos encontraron refugio mientras pasaba la racha militarista. Otra lección la tuve de mi tío Nazario Bravo Reyes, quien me apoyó desde su lecho de muerte para ir a estudiar a Santiago. Al terminar el Comercial, me llamo un día y me anunció: “Tu padre te va a enviar a Santiago para que estudies. En cuanto llegues, busca trabajo para que te mantengas. Tú tienes que ser mejor que nosotros”. Sus palabras no me han abandonado. Fue dirigente del Sindicato de Pescadores de la Puntilla que después pasó a llamarse Caleta Riquelme. Recuerdo vívidamente sus últimas palabras a mi padre: “En mi ataúd no coloques esos angelitos de las funerarias, ni velas, sino flores rojas.” Falleció en enero de 1953, fecha en que me dirigí a estudiar a Santiago.

El idealismo ácrata quedó expresado por los fundadores del Ateneo Obrero de Iquique, los tipógrafos Martín Frías y Venancio Bravo, como vemos en “El Tarapacá” de junio 15, 1932: “El Ateneo agrupará en su seno a todos los hombres de buena voluntad que tengan algo que enseñar o algo que aprender. Todas aquellas personas que sean profesionales, sabios, maestros, artistas, obreros de ambos sexos que algún papel útil desempeñen en la sociedad, serán los encargados de divulgar su saber y sus conocimientos”. Recordemos que se está en plena crisis económica y ellos piensan en la Idea de un mejor futuro. Eran otros hombres /más hombres los nuestros/, dicen las letras del tango. El último libro que acaba de aparecer del historiador Sergio Grez, “Los anarquistas y el movimiento obrero” (Santiago: Ediciones LOM, 2007) es un justo reconocimiento a nuestros viejos y sus ideales que aún perviven.




NOTA DEL EDITOR: colaboración del Dr. Sergio Grez Toso. Historiador, Academico Universidad de Chile y Director Mueso B. Vicuñña Mackenn.

2 comentarios:

Franco Giordano dijo...

:O me fascinó esta historia; un pedazo de historia popular al hueso. Me puse a pensar cuando nos olvidamos que la historia esta en nuestras mismas familias; que en nuestros padres o abuel@s también hay una visión, también hay historia.

Por otra parte; el hecho que sea un padre anarquista le da un cierto peso. No es que sea esta la única ideología que entra en el mundo popular, sino que a diferencia de mis papás tuvieron la oportunidad de adentrarse en esa conciencia de clase que presentaba una variedad de posibilidades, no es que me desligue de mis padres, de los que me enorgullezco “mi par de inmigrantes”, me refiero a que mis padres no podían ver aquellas variedades; con la bota militar en las poblaciones de la dictadura de Pinochet seguramente era muy complicado poder levantarse y mientras la masificación de la conciencia de clase era torturada y destruida, a los demás se les ponía a estos propagadores de la idea como terroristas y “malos pobres”. Quizás en los 80’s se pretendía que el silencio formara a una población de buenos consumidores y no de ciudadan@s.

Muchas veces le pregunté a mi padre; ¿por qué si denominaron a tod@s como terroristas, tu o tus herman@s no hacían nada?.... obviamente es una pregunta muy presionante pero la respuesta fue sencilla; “hijo; nos hacían vivir en una burbuja donde tod@s eran enemig@s del país, del orden o de la ‘democracia’”. En este sentido me agregó algo realmente fuerte… “la única verdad era la oficial”. Quizas por eso habían tantas personas de contextos populares fascinad@s con la derecha política, pues era la única versión que masificaba con intensidad y sin escrupulos los medios masivos, y dando como versión que quienes estaban de acuerdo eran “buenos pobres”.

Bueee… por otra parte esta frase; “En mi ataúd no coloques esos angelitos de las funerarias, ni velas, sino flores rojas.” Me recordó algo que siempre les digo a mis amigos “en mi funeral les pido que canten Hijo del Pueblo”… :)

Excelente Historia, sigan publicando!!!

Saludos Fraternales!!!!

Franco Giordano dijo...

Ese libro es excelente, citando al mismo Sergio Grez podemos contextualizar analizando un poquito; me salen dos ideas al camino; Por una parte nos damos cuenta que no todos los anarquistas se unieron a Ibáñez como lo hizo Escobar y Carvallo o Luís Olea. Por otra parte se presenta una gran división; por una parte estaba la potente figura de Alejandro Escobar y Carvallo como gobernador de Pisagua apoyando a Ibañez y el ex libertario Luís Olea fascinado con su inclusión en el ibañismo legitimando el asesinato de los ácratas. Ex Anarquistas contra consecuentes anarquistas.

:) saludos solidarios!!!