jueves, 19 de mayo de 2011

Acerca de la Historia Etnica en Chile



x Paulina Peralta
Historiadora


Presentación del libro "Tierra e Historia. Estudio y controversias acerca de la historia del pueblo mapuche en Chile, 1950-2010", de Pedro Canalesn Tapia.

Al comenzar a leer este libro, pensé que me encontraría con una evaluación acerca de la producción historiográfica sobre los mapuche desde 1950 hasta hoy.


Y efectivamente fue así.


Tal como se declara en la página 23, el objetivo fue “presentar sintética y dialógicamente el sendero por el cual, desde 1950, se fue gestando el proceso de articulación de conocimiento histórico acerca de los mapuche de la Araucanía. Todo esto dentro de marcos ideológicos y sistémicos mayores que moldearon este proceso” (p. 23).


A lo largo de estas páginas, se describen, analizan y contraponen las diferentes tendencias de producción de conocimiento histórico acerca de los mapuche, y cómo, desde diferentes miradas, fueron interpretados, sobre todo, los procesos desencadenados (en todo orden de cosas) tras la radicación y reducción de esta población a partir de 1883.


El libro es a todas luces, una reflexión sobre cómo han sido abordados, por la historiografía, los procesos históricos mapuche a lo largo de estos sesenta años.


Pasa revista de las distintas visiones, escuelas o rutas historiográficas surgidas desde 1950 hasta la actualidad.


Si bien no me detendré en el exhaustivo análisis crítico que hace de la historia fronteriza ni en los cambios introducidos por otros paradigmas posteriores como, por ejemplo, los estudios interétnicos o la historiografía mapuche actual, no puedo dejar de mencionar ciertas conclusiones que Pedro hace del primer enfoque, sobre todo, por el amplio dominio o hegemonía que por décadas ha ejercido en la educación secundaria formal.


Pese a reconocer y valorar que la historiografía fronteriza fue un buen paso, en tanto visibilizó a estas comunidades y sujetos, el gran problema fue que desconoció la existencia de conflictos entre winkas y mapuche, oscureció la realidad y, por tanto, la comprensión de los procesos históricos mapuche.


Más grave aún, instaló ideas peyorativas e intolerantes hacia ellos, con expresiones fácilmente reproducibles entre el grueso de la población, y que hoy, pocos ciudadanos cuestionan.


El concepto de frontera constató como real la existencia de comunidades “más” y “menos desarrolladas”, “dominadoras” y “dominadas”, adelantadas y retrasadas, civilizadas y bárbaras.
Idea de dominación que fue reforzada a través del relato histórico, producción que además se autoatribuyó el papel de estar escribiendo historia mapuche, sin siquiera considerar sus voces y dejarlos “hablar”.


En este sentido, me parece crucial el trabajo que se hace por evidenciar los propósitos e intenciones que están detrás de estos relatos, sobre todo los producidos por Sergio Villalobos, principal exponente de esta escuela, a fin de saber cómo enfrentar su lectura y evaluar el daño que algunas de sus conclusiones han provocado en la educación de los jóvenes.

Retomando, este libro efectivamente ayuda a entender la “cuestión mapuche”…
… pero, al mismo tiempo, es mucho más. Es una potente reflexión del oficio del historiador. La lectura de este libro invita a preguntarnos por nuestra manera de practicar el oficio de historiar…


Es una reflexión de la práctica historiográfica, pero también del sentido de la historia, sus pretensiones, los objetivos que persiguen los relatos históricos…


Más elemental aún, plantea la existencia de múltiples lógicas o modos de entender la historia, aspecto que muchas veces olvidamos o incluso, desconocemos.


Crucial en este sentido es el capítulo 4. Partiendo desde su párrafo inicial:


“Trabajando con comunidades o lof mapuche y conociendo a sus sabios, dirigentes, machis y comuneros en general, una de las primeras conclusiones se refiere a que para este pueblo la historia es primordial. Para la esfera no-mapuche o winka también, pero por otros motivos y exigencias. Para los primeros, permite ‘mirar y mirarse’, en soledad y junto a otros. Es semejante a un espejo. Enseña, indica un anciano amigo. Para los segundos, una disciplina que estudia el devenir humano (…). Un espacio que se debe controlar. Una especie de colonialismo ilustrado. Un asunto de Estado”. (p. 197).


Además, denuncia el papel que desde la historiografía “occidental” hemos cumplido en tanto mecanismo de dominación y violencia, en donde los mapuche no han tenido lugares preponderantes en la articulación de textos históricos acerca de ellos mismos, ni como sujetos con historia, ni como expertos que develan una historia.


Denuncia también los riesgos y peligros que encierra el modo en que nos aproximamos, en tanto, “occidentales”, al pueblo mapuche. El modo en que hemos buscado controlar la discusión experta acerca de los mapuche.


Los prejuicios que conciente o inconcientemente instalamos en nuestros relatos.
Denuncia los vacíos de esta historiografía: el poco interés por buscar otros mecanismos de entrada al conocimiento.


Las limitaciones de nuestras aproximaciones, el hecho de acudir casi exclusivamente a fuentes documentales e institucionales, escritas, mecanismos de validación y legitimación de conocimiento de la cultura dominante.


Sin embargo, plantea el desafío a ampliar la mirada hacia nuevas formas de concebir el trabajo del historiador.


A nuevas formas de conocer y aproximarnos.


A replantearnos nuestros enfoques epistemológicos, conceptuales, teóricos y metodológicos…
Nos advierte que una cultura ágrafa, oral y arraigada en la ancestralidad como la mapuche, requiere necesariamente de nuevos procedimientos. La lógica mapuche no puede ser cubierta por las formas winkas de escribir y concebir la historia.


El llamado es a que, si se quiere hacer historia propiamente mapuche, la disciplina necesita más nunca vincularse y aprender de las ciencias sociales, de sus procedimientos de aproximación.
Sus estudios observantes, sus trabajos de campo, sus relatos de vida.


Validar el uso de otras fuentes como los cuentos, las historias cotidianas, las visiones, los sueños…
Fomentar lecturas multiculturales y aproximaciones pluridisciplinares.


De modo de producir conocimiento y comprensión desde distintos puntos de vista, desde disciplinas que ofrecen distintas dimensiones para develar aquellos hechos, sentimientos, lugares, situaciones, a los que los sujetos les dan valor y sentido.


Y complementarlo con lo que ya sabe y maneja, que es el trabajo de archivo, crónicas, revisión documental, actas y textos secundarios.


En este sentido destaca la oralidad, medio de construcción predominante del conocimiento mapuche Sin ella, no es posible hacer historia mapuche, solo historias del contacto entre winkas y mapuche.


En suma, se trata de evitar a toda costa, los dichos de que hay que decidirse por una historia dirigida a la inteligencia y no a la memoria: Villalobos, S. (2006). Historia de los chilenos (p. 245).


Ahora, no se trata de descartar el aporte de la producción “occidental”: en lo personal, me sigo inclinando por una historia institucional, que se aproxime y denuncie el modo en que el Estado ha interactuado con los mapuche.


Si no, simplemente de aclarar y explicitar desde dónde elaboramos nuestras interpretaciones.
Reconocer dónde nos paramos:


Para qué
Con qué propósito
Intereses
Posicionamiento


Y no atribuirnos la facultad de estar escribiendo la historia de este pueblo, imponiendo al resto de la población winka y también mapuche nuestras visiones y juicios, cuando como “occidentales”, tenemos nuestras propias lógicas y modos de entender la historia, distintos a los mapuche.


Conclusión que es también extrapolable al estudio de otros sujetos históricos, como por ejemplo, el bajo pueblo.


Para cerrar, no me queda más que invitarlos a leer este libro y agradecerles su atención. Y a Pedro, muchas gracias por esta invitación. Fue un ejercicio más que enriquecedor.



NOTA: Esta presentación fue leida por la profesora Peralta en el Salon Berrios de la Universidad ARCIS el viernes 13 de mayo de 2011 (Santiago).

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