20 - 24 de Octubre 2009. Universidad Austral de Valdivia.
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miércoles, 30 de setiembre de 2009
miércoles, 19 de agosto de 2009
IIª Declaración de Historiadores en Apoyo al Pueblo Mapuche

DECLARACIÓN PÚBLICA
Con dolor e indignación, los historiadores e historiadoras que suscribimos esta declaración, constatamos que la interpelación que le hiciéramos a la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, en enero de 2008, en torno a acoger las demandas históricas del pueblo mapuche no sólo no ha sido escuchada, sino que, por el contrario, el cerco represivo y mediático se ha intensificado. Prueba de ello es el asesinato el miércoles 12 de agosto del joven comunero mapuche Jaime Mendoza Collío. Queremos, en consecuencia, ratificar ante el pueblo chileno y la comunidad internacional lo señalado hace un año y medio atrás.
1. Rechazamos la militarización del Gulumapu (territorio histórico del pueblo mapuche), la instauración de un régimen permanente de vigilancia y terror policial, el encarcelamiento y procesamiento de comuneros mapuches y el cobarde asesinato de Jaime Mendoza Collío.
2. Consideramos que situaciones de esta naturaleza tienen una larga génesis histórica, que arrancó con el proceso de conquista y ocupación militar de la Araucanía por las huestes españolas en el siglo XVI, cuando empezó el proceso de usurpación de las tierras indígenas. Si bien la resistencia mapuche logró contener durante los siglos coloniales y en las primeras décadas republicanas el avance invasor, durante la segunda mitad del siglo XIX, a medida que el Estado nacional chileno se consolidaba, nuevamente la clase dominante fijó sus ojos en esos territorios, desplegando la mal llamada “Pacificación de la Araucanía”, que culminó con el despojo violento de las tierras del pueblo mapuche y su confinamiento en reducciones que han perpetuado su pobreza, marginación y discriminación hasta nuestros días.
3. Desde entonces la lucha de los mapuches por recuperar sus tierras ancestrales no ha cesado aunque se ha manifestado de manera diversa y ha conocido avances y retrocesos según los momentos históricos. Comenzando con la constitución de las primeras organizaciones mapuches (mutualistas y culturales) a comienzos del siglo XX hasta las actuales recuperaciones de tierras, pasando por la participación en partidos políticos, el levantamiento de Ranquil de 1934 (en alianza con campesinos pobres chilenos) y las “corridas de cerco” de los años de la Reforma Agraria, se puede observar una notable continuidad histórica en las demandas de tierra, justicia y libertad de este pueblo.
4. En los últimos años las reivindicaciones históricas mapuches han sido enfrentadas por el Estado de Chile de manera esencialmente judicial y policial, criminalizando sus luchas y negándose al reconocimiento de su autonomía como pueblo. Esto se ha traducido en una creciente militarización de la Araucanía, la aplicación de la Ley Antiterrorista, heredada de la dictadura militar, y el cerco mediático oficial respecto de la realidad que se vive en ese territorio.
5. Los principales agentes del Estado, al igual que las autoridades regionales y locales de la Araucanía, los partidos políticos representados en el Parlamento, las organizaciones empresariales y la mayoría de los medios de comunicación social han patrocinado o avalado esta ofensiva represiva contra las comunidades mapuches, guardando un silencio cómplice o deformando groseramente lo que está ocurriendo.
6. Esta situación requiere un drástico cambio de política del Estado de Chile, que debe asumir un reconocimiento pleno de la diversidad de pueblos originarios existente en nuestro país, lo que implica, entre otros puntos, la autonomía política de las comunidades indígenas, la devolución de sus tierras arbitrariamente usurpadas en base al “derecho de Conquista” y el pleno respeto de los Derechos Humanos de sus integrantes.
7. Frente a la justicia de las demandas históricas del pueblo mapuche y teniendo presente el actual escenario represivo que el Estado chileno ha configurado en la Araucanía, manifestamos nuestra más profunda solidaridad con el pueblo mapuche y advertimos a las autoridades de gobierno que la violencia desatada por la policía en la región sólo legitima el derecho a la autodefensa de aquellos históricamente agredidos.
Santiago de Chile, 19 de agosto de 2009.
Sergio Grez Toso, Universidad de Chile.
Igor Goicovic Donoso, Universidad de Santiago de Chile.
Julio Pinto Vallejos, Universidad de Santiago de Chile.
Jorge Pinto Rodríguez, Universidad de La Frontera (Temuco).
Patrick Puigmail, Universidad de Los Lagos (Osorno).
Milton Godoy Orellana, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, Universidad Diego Portales.
Augusto Samaniego Mesías, Universidad de Santiago de Chile.
Margarita Iglesias Saldaña, Universidad de Chile.
Alberto Díaz Araya, Universidad de Tarapacá (Arica).
Pablo Aravena Núñez, Universidad de Valparaíso.
Alejandra Brito, Universidad de Concepción.
Manuel Loyola, Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Pedro Rosas Aravena, Universidad ARCIS.
Luis Corvalán Márquez, Universidad de Valparaíso.
Nelson Castro, Universidad de Valparaíso.
Sergio Caniuqueo Huircapán, Comunidad de Historiadores Mapuche.
Luis Vitale Cometa, Universidad de Chile.
Claudia Videla, Universidad de Chile.
Karen Alfaro Monsalve, Taller de Ciencias Sociales Luis Vitale Cometa (Concepción).
Pablo Artaza Barrios, Universidad de Chile.
Alexis Meza Sánchez, Universidad ARCIS.
Patricio Quiroga Zamora, Universidad de Valparaíso.
Claudio Robles, Universidad Austral de Chile (Valdivia).
Beatriz Areyuna Ibarra, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Mario Valdés Vera, Universidad ARCIS (Concepción).
Leonardo León Solís, Universidad de Chile.
Claudio Pérez Silva, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
César Leyton Robinson, Universidad de Chile.
Manuel Fernández Gaete, Universidad Bolivariana (Los Ángeles).
Ivette Lozoya López, Universidad de Santiago de Chile.
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado.
César Cerda Albarracín, Universidad Tecnológica Metropolitana.
Alberto Harambour Ross, Universidad Nacional Andrés Bello.
Pedro Canales Tapia, Universidad Pedro de Valdivia (La Serena).
Daniel Palma, Universidad ARCIS.
Eduardo Palma, Universidad de Chile.
7. Frente a la justicia de las demandas históricas del pueblo mapuche y teniendo presente el actual escenario represivo que el Estado chileno ha configurado en la Araucanía, manifestamos nuestra más profunda solidaridad con el pueblo mapuche y advertimos a las autoridades de gobierno que la violencia desatada por la policía en la región sólo legitima el derecho a la autodefensa de aquellos históricamente agredidos.
Santiago de Chile, 19 de agosto de 2009.
Sergio Grez Toso, Universidad de Chile.
Igor Goicovic Donoso, Universidad de Santiago de Chile.
Julio Pinto Vallejos, Universidad de Santiago de Chile.
Jorge Pinto Rodríguez, Universidad de La Frontera (Temuco).
Patrick Puigmail, Universidad de Los Lagos (Osorno).
Milton Godoy Orellana, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, Universidad Diego Portales.
Augusto Samaniego Mesías, Universidad de Santiago de Chile.
Margarita Iglesias Saldaña, Universidad de Chile.
Alberto Díaz Araya, Universidad de Tarapacá (Arica).
Pablo Aravena Núñez, Universidad de Valparaíso.
Alejandra Brito, Universidad de Concepción.
Manuel Loyola, Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Pedro Rosas Aravena, Universidad ARCIS.
Luis Corvalán Márquez, Universidad de Valparaíso.
Nelson Castro, Universidad de Valparaíso.
Sergio Caniuqueo Huircapán, Comunidad de Historiadores Mapuche.
Luis Vitale Cometa, Universidad de Chile.
Claudia Videla, Universidad de Chile.
Karen Alfaro Monsalve, Taller de Ciencias Sociales Luis Vitale Cometa (Concepción).
Pablo Artaza Barrios, Universidad de Chile.
Alexis Meza Sánchez, Universidad ARCIS.
Patricio Quiroga Zamora, Universidad de Valparaíso.
Claudio Robles, Universidad Austral de Chile (Valdivia).
Beatriz Areyuna Ibarra, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Mario Valdés Vera, Universidad ARCIS (Concepción).
Leonardo León Solís, Universidad de Chile.
Claudio Pérez Silva, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
César Leyton Robinson, Universidad de Chile.
Manuel Fernández Gaete, Universidad Bolivariana (Los Ángeles).
Ivette Lozoya López, Universidad de Santiago de Chile.
Marcos Fernández Labbé, Universidad Alberto Hurtado.
César Cerda Albarracín, Universidad Tecnológica Metropolitana.
Alberto Harambour Ross, Universidad Nacional Andrés Bello.
Pedro Canales Tapia, Universidad Pedro de Valdivia (La Serena).
Daniel Palma, Universidad ARCIS.
Eduardo Palma, Universidad de Chile.
Claudio Barrientos, Universidad Diego Portales.
José Luis Martínez Cereceda, Universidad de Chile.
Francis Goicovich, Universidad de Chile.
Jorge Iturriaga, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Juri Carvajal Bañados, Universidad de Chile.
Juan Carlos Gómez Leyton, Universidad ARCIS.
Marcelo Mella Polanco, Universidad de Santiago de Chile.
Eduardo Cruzat C., Universidad ARCIS (Cañete).
Cristina Moyano Barahona, Universidad de Santiago de Chile.
Sebastián Leiva, Universidad ARCIS.
Lucía Valencia Castañeda, Universidad de Santiago de Chile.
Rodrigo Sánchez, Universidad de Chile.
Fabio Moraga Valle, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Robinson Silva Hidalgo, Taller de Ciencias Sociales Luis Vitale Cometa (Concepción).
Juan Guillermo Muñoz, Universidad de Santiago de Chile.
Carolina Andaur Marín, Universidad de Talca.
Carlos Sandoval Ambiado, Universidad Bolivariana.
Carmen Gloria Bravo, Universidad de Santiago de Chile.
Carlos Molina Bustos, Universidad de Chile.
José Luis Martínez Cereceda, Universidad de Chile.
Francis Goicovich, Universidad de Chile.
Jorge Iturriaga, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Juri Carvajal Bañados, Universidad de Chile.
Juan Carlos Gómez Leyton, Universidad ARCIS.
Marcelo Mella Polanco, Universidad de Santiago de Chile.
Eduardo Cruzat C., Universidad ARCIS (Cañete).
Cristina Moyano Barahona, Universidad de Santiago de Chile.
Sebastián Leiva, Universidad ARCIS.
Lucía Valencia Castañeda, Universidad de Santiago de Chile.
Rodrigo Sánchez, Universidad de Chile.
Fabio Moraga Valle, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Robinson Silva Hidalgo, Taller de Ciencias Sociales Luis Vitale Cometa (Concepción).
Juan Guillermo Muñoz, Universidad de Santiago de Chile.
Carolina Andaur Marín, Universidad de Talca.
Carlos Sandoval Ambiado, Universidad Bolivariana.
Carmen Gloria Bravo, Universidad de Santiago de Chile.
Carlos Molina Bustos, Universidad de Chile.
Jury García Ancamil, Alliance Française (Viña Del Mar).
Jaime Massardo, Universidad de Valparaíso.
Claudia Drago, Universidad Bolivariana y Pontificia Universidad Católica de Chile.
Jaime Massardo, Universidad de Valparaíso.
Claudia Drago, Universidad Bolivariana y Pontificia Universidad Católica de Chile.
Enrique Fernández Darraz, Universidad Alberto Hurtado.
Fernando Venegas Spinoza, Universidad de Concepción.
Elizabeth Donoso Salinas, Ministerio de Educación.
Consuelo Figueroa, Universidad Diego Portales.
Carolina González, Universidad de Chile.
Claudia Zapata, Universidad de Chile.
Olga Ruiz Cabello, Universidad de Chile.
Fernando Venegas Spinoza, Universidad de Concepción.
Elizabeth Donoso Salinas, Ministerio de Educación.
Consuelo Figueroa, Universidad Diego Portales.
Carolina González, Universidad de Chile.
Claudia Zapata, Universidad de Chile.
Olga Ruiz Cabello, Universidad de Chile.
jueves, 2 de julio de 2009
BENJAMÍN VICUÑA MACKENNA, EL MAS JOVEN DE LOS VIEJOS*

“¿Qué fue Vicuña Mackenna? Enmiendo: ¿Qué no fue Vicuña
Mackenna? Fue gran político, gran historiador, tribuno,
viajero, poeta en prosa, crítico, literato, diarista incomparable,
monstruo de la naturaleza. Escribía en francés como un
parisiense y peroraba en inglés como un norteamericano. Tan
sabiamente analizaba los detritus y las plantas, como los
poemas y las oberturas. Su cabeza era una enciclopedia…”.
Así describía Rubén Darío a este connotado personaje del siglo XIX chileno. Al poeta nicaragüense le faltaba decir que Vicuña Mackenna fue también militante subversivo, abogado, diputado, senador, Intendente de Santiago, candidato a la Presidencia de la República, representante diplomático confidencial del gobierno chileno, bombero, ayudista de las organizaciones de trabajadores y fundador de la Sociedad Protectora de Animales. A los 19 años militó en la Sociedad de la Igualdad de Santiago Arcos y Francisco Bilbao.
Con ellos y junto a un núcleo de aguerridos artesanos se alzó en armas el 20 de abril de 1851 contra el gobierno conservador del general Manuel Bulnes. Fueron derrotados. Luego de escapar de la cárcel, Vicuña Mackenna se dirigió al Norte Chico donde siguió combatiendo a los “pelucones” hasta que su bando, el liberal, fue definitivamente derrotado. Tenía apenas 20 años de edad. Entonces partió al exilio. Llegó a California –en plena “fiebre del oro”- a comienzos de 1853. Recorrió buena parte de los Estados Unidos, México y Canadá. Luego se embarcó a Europa, realizando uno de sus mayores sueños: conocer París. Viajó por Francia, Inglaterra, la Irlanda natal de su abuelo materno, el general Juan Mackenna O’Reilly, Italia, Austria, Alemania, Holanda y Bélgica. Volvió a Chile después de casi tres años de ausencia, pasando antes por Brasil y Argentina. Sus agudas observaciones quedaron registradas en su Diario de Viaje, del mismo modo como lo venía haciendo desde los 17 años cuando empezó a escribir su primer Diario de vida.
De regreso a la patria, el joven Benjamín terminó sus interrumpidos estudios de Derecho y empezó a ejercer la profesión de abogado. Pero muy pronto se vio involucrado en una intensa actividad política de oposición al gobierno conservador de Manuel Montt.
Su periódico Asamblea Constituyente fue clausurado por las autoridades. Vicuña Mackenna terminó nuevamente en la cárcel donde permaneció varios meses hasta que fue enviado por segunda vez al exilio, el Perú, mientras en Chile se desarrollaba una nueva guerra civil. Al cabo de un año, en el verano de 1861, volvió a su país. Aún no cumplía 30 años de edad.
La liberalización iniciada ese año le permitió desarrollar sus potencialidades políticas e intelectuales. Fue elegido diputado y en 1865 realizó una misión confidencial por encargo del gobierno chileno de 10 meses en Estados Unidos para tratar de ganar el apoyo de ese país a favor de varios países sudamericanos que estaban en guerra con España. En Nueva York, el incansable Vicuña Mackenna editó en lengua española el periódico La Voz de América que abogó por la libertad del continente y la independencia de Cuba y Puerto Rico aún sometidos al colonialismo español.
En 1870 y 1871 realizó un nuevo viaje por Europa, esta vez acompañado de su bella esposa, su prima Victoria Subercaseaux Vicuña, con quien se había casado, por amor, en 1867, y de su pequeña hija Blanca. Estando en Francia reporteó para El Mercurio de Valparaíso la guerra franco-prusiana y sintió de cerca el impacto de la Comuna de París. Imbuido de la cultura europea, Vicuña Mackenna trató de sembrar en Chile el ideal de civilización que predominaba en el mundo occidental. Una activísima labor a la cabeza de la Intendencia de Santiago (1872-1875) dio cuenta práctica de ese proyecto. Su plan de transformación de la capital se propuso, entre otros objetivos, la canalización del Mapocho, construcción de un camino de cintura, de mercados y escuelas, transformación de los barrios pobres de la zona sur, dotación de agua potable, apertura de calles, construcción de canales y de un nuevo matadero, supresión de las chinganas públicas y su reemplazo por casas de diversión popular, creación de nuevas plazas y paseos, entre ellas su obra más conocida, el paseo del cerro Santa Lucía. A pesar de numerosas críticas, bajo la dirección personal de “el loco del Santa Lucía” (como empezaron a llamar a Vicuña Mackenna los mediocres de aquella época), el proyecto se concretó en apenas tres meses y medio en sus aspectos principales.
Su entusiasta temperamento lo llevaba siempre a nuevas empresas: en 1875 renunció al cargo de Intendente para presentar sin apoyo oficial una candidatura liberal disidente a la Presidencia de la República. Fue la famosa Campaña de los Pueblos, primera justa electoral de masas de la historia de Chile, que sobrepasó con creces el estrecho círculo oligárquico en que se desarrollaba hasta entonces la actividad política. Su viaje en tren a las provincias del sur, los desfiles, meetings y banquetes en los que participaron un gran número de elementos populares y de clase media, le dieron a la campaña vicuñista un estilo y tonalidad nunca antes visto en el país. Pero las prácticas políticas de la época caracterizadas por una fuerte intervención electoral del Ejecutivo, impedían que prosperara una candidatura “díscola”, sin apoyo oficial. Vicuña Mackenna se vio obligado a deponer su postulación al sillón presidencial.
Durante la Guerra del Pacífico, Vicuña Mackenna desarrolló una activísima labor de propaganda patriótica y de apoyo a las víctimas (heridos, mutilados, viudas y huérfanos). Esos años y los que siguieron fueron también los más prolíficos de su producción periodística e historiográfica.
Sus biógrafos han dicho que fue apasionado, vehemente, impetuoso, bipolar e hiperquinético. Se han criticado sus excesos de apasionamiento e imaginación en la reconstrucción de los hechos históricos y la falta de rigurosidad de su gramática Todos estos juicios contienen, sin duda, algo de verdad. No obstante, es innegable que fue uno de los chilenos más portentosos de todos los tiempos, poseedor de una extraordinaria capacidad de trabajo. Basta decir que su prolífica obra escrita quedó plasmada en a lo menos 163 libros de su exclusiva autoría, 1.733 artículos en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, sin contar varias colaboraciones en libros colectivos y 713 discursos parlamentarios.
Como hombre de su tiempo y de su clase –la fracción más ilustrada y aburguesada de la aristocracia criolla-, Benjamín Vicuña Mackenna fue un auténtico liberal del siglo XIX. Eso explica su acción progresista en muchos campos, pero también las críticas que desde nuestra perspectiva podemos formular a su pensamiento y obra en temas como la cuestión mapuche o su proyecto de ciudad. Vivió la vida a fondo, con una pasión juvenil semejante a un torbellino. Cuando murió en enero de 1886, a la temprana edad de 55 años, su aspecto era el de un anciano. Parafraseando a Salvador Allende, podría decirse que era un “viejo joven”. No cabe duda.
* Publicado en The Clinic, Nº300, Santiago, 2 de julio de 2009, pág. 41.
** Director Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna, profesor de la Universidad de Chile.
2
viernes, 19 de junio de 2009
Se Acerca el Año Nuevo Indígena...
jueves, 28 de mayo de 2009
FRAGMENTO: POR UNA LEGISLACIÓN SOCIAL EN CHILE. EL MOVIMIENTO DE LOS PANADEROS (1888-19309
x Juan Carlos Yáñez Andrade
Universidad de Los Lagos,
Departamento de Ciencias Sociales.
Los panaderos, desde fines del siglo XIX, participaron en numerosas manifestaciones de protesta contra el alza del costo de la vida. Importante por sus alcances fue la serie de huelgas desarrolladas a mediados de 1888. Hernán Ramírez Neco-chea, caracterizando estas movilizaciones, destaca que no fueron espontáneas, sino la culminación de un proceso, articulándose, además, a través de petitorios:
"Algunos de estos pliegos tienen singular importancia; acusan un principio de dominio, por parte de los trabajadores, de la estrategia que conviene emplear en las luchas sociales y de la táctica con que en ellas debe operarse; revelan también conciencia muy clara de los problemas que recaían sobre ellos y de las soluciones que debían ser adoptadas"16.
Entre esos pliegos se encuentra el presentado por los trabajadores panaderos de Santiago, el 5 de julio de 1888, en contra del impuesto que gravaba la carne importada. En el pliego se criticaba la falta de preocupación del gobierno por mejorar la situación del pueblo y las condiciones precarias en las que se trabajaba en las panaderías. Entre las demandas estaban la limitación de la jornada de trabajo a 12 horas, el aumento en un 50% del salario, la supresión de las multas por inasistencia al trabajo, el descanso dominical y el pago semanal, entre otras17.
En el período de movilizaciones que culmina con la huelga general de 1890, el gremio de panaderos nuevamente volvió a tener una destacada participación, y, según Sergio Grez, fue el único que manifestó un nivel de organización supra-local:
"El único gremio capaz de levantarse casi al unísono en la zona central fue el de los obreros panaderos. Su capacidad de lucha era, sin duda, el fruto de la experiencia acumulada en los años anteriores, sugiriendo algún probable grado de coordinación interprovincial, que hasta el momento no es posible probar"18.
En esta oportunidad las reivindicaciones apuntaban al pago íntegro del salario en moneda, aumento salarial y descanso dominical. Entre julio y agosto de 1890 las protestas de los panaderos se extendieron a Valparaíso, Quillota, Limache, Talca y Concepción. Una expresión del tipo de conflicto entre los panaderos y los industriales, es el que ocurrió en Chillan, donde, tras la organización de un paro, un industrial despidió a todos los trabajadores, reemplazándolos por mujeres19.
Es a comienzos del siglo XX cuando se vuelven a articular modalidades de organización gremial y demandas largamente sentidas de mejoramiento de las condiciones laborales. Es así como, en septiembre de 1900, vemos a los trabajadores panaderos de Valparaíso demandando mejores condiciones de trabajo, con un principio de acuerdo que, garantizado por las autoridades, fue desconocido por el grueso de los empresarios del rubro20. En 1903 nuevamente los empresarios panaderos no quisieron ceder en su posición frente al movimiento de los panaderos de Santiago y Valparaíso, que se declararon en huelga por un aumento salarial y descanso dominical21.
En Iquique fueron importantes las huelgas de panaderos de 1903 y 1905, demandando la aprobación del descanso dominical y aumento salarial, respectivamente22.
En 1905 son los panaderos de Antofagasta los que se suman a las movilizaciones, demandando aumento salarial, tras lo cual obtienen el pago semanal y un aumento del 20% de sus salarios23. Estas demandas se repetirán en 1906 y 1908, alcanzando satisfactorios resultados:
"Desde esta fecha, y mejorados los salarios según el costo de la vida, de entonces, pasó el tiempo en calma hasta junio de 1911, en que se organizó completamente el gremio, y con bases netamente modernas y en octubre de ese año iniciamos otro movimiento en petición de aumento de salario y reglamentación de quintalaje que se hacía por primera vez, lo que después de ocho días de tenaz resistencia por ambas partes se obtuvo por fin un triunfo completo de nuestras peticiones"24.
El gremio de panaderos de Iquique participó en el Comité Directivo de la Huelga en la Escuela Santa María de Iquique, con los delegados Ricardo Benavi-des y Abdón Espejo25.
1913 es otro año importante en la movilización de los panaderos. En enero los panaderos de Iquique demandaron un aumento salarial del 10%, que al cabo de un día de huelga es concedido por los empresarios26; en junio los panificadores de Coquimbo, luego de dos semanas de huelga, obtienen un aumento salarial; mientras que, en diciembre, los de Iquique fracasan ante un nuevo intento de aumentar sus salarios27.
En 1916 los trabajadores panaderos de Antofagasta se movilizaron en contra de un reglamento municipal que establecía el baño obligatorio a todo operario antes de entrar a trabajar: "nosotros en resguardo de nuestras vidas [sic] nos pusimos decididamente en contra de tal imposición, de tal manera que los pro-yectadores cambiaran de rumbo y reformaran su famoso acuerdo por la reglamentación actual"28.
Ya en 1917 el dirigente panadero Carlos Lafferte habría llevado a cabo intentos por promover la unificación de los gremios panaderos de Valparaíso y Santiago, convocando a un congreso nacional para abril de 1917, que, según Jorge Barría, no se habría podido llevar a cabo29. Efectivamente, desde marzo de 1917 una comisión -liderada por Carlos Lafferte y Manuel Zavala- salió en gira hacia Santiago y el sur del país, promoviendo la unificación del gremio de panaderos30. Si bien el congreso no se realizó, al parecer por problemas de organización, sí arribaron delegados de Antofagasta e Iquique, como lo destacan diferentes periódicos del gremio de panaderos31.
En 1918 encontramos al mismo Carlos Lafferte dirigiendo el periódico El Panificador de Santiago, órgano de la Federación de Panificadores y Ramos Similares. En su primer número se proponen las bases para los Estatutos de las Federaciones Provinciales y Departamentales de Panificadores y Ramos Similares, que buscaban echar a andar una base gremial más amplia, coordinando la acción de la Federación de Santiago, con aquellas creadas en las cabeceras provinciales y departamentales. Su objetivo era promover el bienestar de sus asociados y la lucha por la reglamentación del quintalaje, la aprobación del descanso dominical, el establecimiento de las ocho horas de trabajo, la higienización de las panaderías y la eliminación del trabajo nocturno32.
Según Jorge Barría Serón, las formas de organización obrera que se dieron los panaderos fueron las sociedades de socorros mutuos y las de resistencia, con una fuerte base gremial33. Haciendo referencia al sindicalismo anarquista, este autor señala:
"Organizados en agrupaciones libertarias y centros de estudios sociales los elementos anarquistas se empeñan en organizar a los trabajadores principalmente de profesiones y artes y oficios tratando de estructurar sociedades de resistencia que son núcleos pequeños en lo que a afiliados se refiere, pero dotados de un dinamismo que logra hacer despertar las conciencias societarias de amplias capas de obreros"34.
La misma Oficina del Trabajo, en su anuario estadístico de organizaciones obreras, reconoce que el mayor nivel de organización, hacia 1910, corresponde al gremio de panaderos -junto al de zapateros-, en la forma predominante de sociedades de resistencia35.
Al parecer la influencia del ideario anarquista en los panaderos es un hecho, no solo en el caso chileno, sino también en otros países de América. En particular se puede destacar que el primer sindicato obrero de resistencia en Argentina corresponde al de los panaderos de Buenos Aires, el cual fue fundado en septiembre de 188736. Por su parte, José Carlos Mariátegui destaca que la Federación de Panaderos Estrella del Perú fue el primer gremio en el cual influyeron las ideas anarquistas37. En el caso mexicano, fue importante el anarquismo en la creación de los primeros sindicatos panaderos y en la etapa de huelgas de comienzos del siglo XX38. En el caso chileno, Peter DeShazo estudió la influencia del anarquismo en los orígenes del movimiento urbano, especialmente en los gremios panaderos, zapateros y de la construcción. El dirigente anarquista Magno Espinoza habría organizado el gremio de panaderos de Valparaíso y habría ayudado a promover la huelga de 190339.
Un ejemplo concreto lo podemos encontrar en la creación de la Unión en Resistencia del Gremio de Operarios de Panaderías de Rancagua, en noviembre de 1906. Según su acta de constitución: "la dicha Sociedad propagará por todos los medios que estén a su alcance, el mejoramiento de sus funciones, trabajos y sueldos, como asimismo la creación y solidaridad entre los compañeros que defienden sus intereses los cuales sean explotados"40.
En tanto, el gremio de panaderos de Valparaíso habría participado en la creación de la sección chilena de la IWW, en diciembre de 191941.
En 1920 se organizó el Centro Comunista de Panificadores, de orientación anarquista, cuyo órgano de expresión fue el periódico El Comunista (de 1921 a 1923). Este centro participó en la campaña de los trabajadores panaderos de 1923 y 1924 en pro de la eliminación del trabajo nocturno y convocó a la primera convención nacional del gremio, en septiembre de 1923. Su declaración de principios aparece explícita en el siguiente documento de junio de 1921:
"¡Búsquese Ud. un revólver! [...]
¿Ud. cree por ventura que la revolución social se va a hacer con serpentinas como en los días de carnaval? ¿Ud. cree que los capitalistas van a entregar las tierras y las fábricas como entregan sus hijas a los millonarios? [...] Mientras Ud. siga gritando como tonto por las calles, pidiendo pan y justicia, verá Ud. cómo llueven las balas sobre su cabeza. Termino. Buscándose Ud. un revólver y aconsejando a los demás a prepararse para la Revolución, verá Ud. renacer una nueva aurora para el mundo. ¡Búsquese Ud., un revólver!"42.
¿Cómo entender que los mismos panaderos que emitieron esta declaración tan explícita en pro de la acción directa como vía de lucha en contra del capital, dos años después hayan participado en las movilizaciones por una legislación social que eliminara el trabajo nocturno de las panaderías?
Quizás el análisis de un incidente que movilizó también el interés del gremio de panaderos, entre 1920 y 1925, nos ayude a entender las diferentes formas que tenían de comprender la lucha y la acción política.
En 1912 un joven anarquista, Efraín Plaza Olmedo, asesinó a dos jóvenes burgueses de Santiago, al parecer para vengar la muerte de una decena de mineros de El Teniente que habían perecido por un rodado de nieve, colocando al descubierto las condiciones en que trabajaban. Ese hecho, sumado quizás a las propias angustias y miserias, llevó a Efraín Plaza a descerrajar varios tiros en contra de la juventud que paseaba el 12 de julio por calle Huérfanos43.
Según Carlos Vicuña, Plaza Olmedo se había hecho panadero por considerar esta actividad la más noble del mundo. Al parecer era un alma inquieta y preocupada por los problemas sociales y se había sentido atraído por el credo anarquista. Su juicio fue bastante mediático, alcanzando ribetes de escándalo cuando se defendió solo, señalando que se sentía satisfecho con su obra y que lo volvería a hacer si tuviera la ocasión44. El movimiento obrero levantó en varias oportunidades la demanda de libertad: "en su extravío la clase obrera hizo de este desgraciado una bandera y un símbolo y pidió para él muchas veces, inútilmente, gracia"45.
Ya desde 1920, con el arribo de Alessandri al poder, se hicieron gestiones por intermedio de su hijo Fernando para obtener su libertad, la cual fue denegada en varias oportunidades por temor a que repitiese el atentado46. Lo único que se logró fue su traslado a la cárcel de Talca, que presentaba mejores condiciones que la Penitenciaría de Santiago.
El 26 de febrero de 1925, diversas organizaciones de obreros, lideradas por la Unión Sindical de Panificadores, convocaron a un acto en la Alameda para pedir la libertad de Plaza Olmedo47. Esta misma organización, que algunos autores señalan que seguía controlada por la IWW, era la que había liderado el movimiento para la eliminación del trabajo nocturno en las panaderías y que ahora se había reunido con la Junta Militar que detentaba el poder de facto en Chile. Según propias declaraciones de la Unión Sindical, en el caso de la libertad de Plaza Olmedo, "no bastaba haber presentado formalmente a la Junta de Gobierno tal demanda, sino que era necesario 'reforzarla' con una serie de manifestaciones públicas"48. Al parecer esta doble acción, de movilización callejera y negociadora, había sido asumida como plenamente válida en los años de lucha en pro de la demanda por la eliminación del trabajo nocturno, y esta campaña por la libertad de Plaza Olmedo sería más bien una extensión de esa acción y la mejor demostración de la capacidad de influir en los órganos del poder.
Sin embargo, si se revisa el principal órgano de difusión de la Unión Sindical de Panaderos, el periódico titulado El Obrero Panadero, las razones para apoyar la libertad de Plaza Olmedo dicen relación más con un actitud caritativa que política. En un artículo se lo caracteriza como "un obrero sentimental y rebelde", llamando a una campaña por su libertad "a todos los hombres de corazón"49. De acuerdo a otro artículo, se demanda su libertad porque su caso estaría "comprendido en la amnistía decretada para todos los presos por cuestiones sociales [...]"50.
De todas maneras queda abierta la pregunta de por qué fue el gremio de panaderos el que lideró esta campaña por la libertad de un anarquista que, a los ojos de la opinión pública, merecía todo el rigor de la ley. De acuerdo a la propia confesión de Plaza Olmedo, su profesión era la de carpintero, aunque Vicuña -testigo privilegiado de los hechos- dice que era panadero. Señaló en el juicio la profesión de carpintero ¿como una forma de confundir a la audiencia, porque lo habría sido en algún momento, por negar su pasado o por no dirigir el odio de la ciudadanía hacia una de las actividades más nobles del mundo?
Lo cierto es que cuando Efraín Plaza Olmedo salió de la cárcel, gracias a un indulto presidencial, fue acompañado en todo momento por los delegados de la Unión Sindical de Panificadores en su retorno a Santiago, donde los esperaban actos de homenaje organizados por la IWW51. El auxilio de la Unión Sindical ¿era el apoyo de una organización anarquista a un compañero anarquista, la solidaridad a un obrero caído en desgracia o la ayuda a un antiguo compañero de labores? Difícil respuesta. Lo que parece cierto en este hecho es que el liderazgo de las sociedades de resistencia, hacia mediados de la década de 1920, estaba acusando el cambio en las modalidades de intervención del Estado y las mecánicas de negociación que se estaban comenzando a aplicar con las organizaciones obreras52.
La organización gremial de panaderos alcanzó su máximo desarrollo con la unificación del gremio en el primer congreso, realizado en septiembre de 1923 en la ciudad de Santiago. En esa oportunidad se establecieron las bases generales de funcionamiento y coordinación de las diferentes organizaciones del país. La declaración de principios de la Unión Sindical reconocía un objetivo inmediato y un ideal de lucha. En el primer caso se señalaba:
"La Unión Sindical de Panaderos de Santiago tiene por objeto asociar a todo el elemento panaderil, para exigir de la clase capitalista, a medida de su fuerza y capacidad consciente, todas las mejoras materiales y morales a que tiene derecho para vivir una vida digna y feliz"53.
Como ideal, la Unión Sindical buscaba la "socialización de los medios de producción por la clase trabajadora organizada sindicalmente"54.
Dentro del programa de acción inmediata, el artículo primero indicaba que la Unión Sindical congrega en su seno a todas las organizaciones de panaderos establecidas a través de la república bajo el título de sindicatos, sociedades de resistencia y gremios de panaderos, los cuales aceptan su declaración de principios y su programa de acción inmediata; mientras que el artículo cuarto reconocía el carácter autónomo de cada gremio, no admitiendo la hegemonía de ninguna doctrina, fuese política, religiosa o ideológica. En este mismo sentido, no eran admitidas las polémicas doctrinales en sus asambleas de lucha económica, como forma de no dividir al gremio.
En una línea similar, un articulista del periódico El Obrero Panadero, que como ya dijimos era el órgano de difusión de la Unión Sindical, conceptualizaba la idea de libertad de la siguiente manera: "entendida esta palabra en el sentido que garantiza a sus organismos adheridos la más completa autonomía"55. Como lo reconocía en su declaración de principios, la Unión Sindical aceptaba todo tipo de organizaciones en su seno, con el único compromiso de que respetaran esa declaración, con lo cual podía aparecer como plenamente compatible la lucha por la legislación social con el ideal de organización libertaria en que muchos gremios de panaderos se insertaban. En el fondo, la acción común para movilizarse en contra del trabajo nocturno en las panaderías solo podía hacerse respetando la autonomía de cada gremio de panaderos.
Complementariamente, para estos mismos agremiados, la lucha en contra del industrial por imponer el trabajo diurno en las panaderías podía ser definida como "divorcio libertario" del obrero con respecto al patrón, señalándose, en un artículo con un sugerente título, que: "hemos ganado en consecuencia una gran fortuna moral y en el libro social de este año debemos anotar como balance 'el despertar de conciencia proletaria', como el más interesante dividendo del año"56.
La Unión Sindical se organizaba en torno a la Junta de Administración, que llevaba a cabo la labor ejecutiva, y al Comité de Relaciones, que coordinaba los "pactos de alianza" entre las diferentes organizaciones de panaderos del país. Estos pactos consistían en la coordinación de las acciones en pro de la defensa de los agremiados y la lucha en contra de los industriales panaderos. Sin embargo, un aspecto no menor era la tarea de regular el mercado de trabajo. Para ello cada gremio debía llevar un libro de registros, indicando el número de asociados que tenía. Así el panadero recibía un carné de reconocimiento, que servía como certificado para ser aceptado en las bolsas de trabajo manejadas por el gremio. Un libro de registro general estaba en manos del Comité de Relaciones, de tal manera que cuando un obrero sindicalizado quería trasladarse a otra localidad, recibía un certificado con el cual podía presentarse a la bolsa de trabajo del nuevo gremio y así obtener empleo57. Para lograr el objetivo de llevar un control del mercado de trabajo, el Comité de Relaciones realizaba estudios estadísticos sobre los sindicatos, las condiciones de trabajo, remuneraciones y, en general, sobre la condición de la industria en cada ciudad.
¿Fue la movilización en pro de la eliminación del trabajo nocturno en las panaderías la que ayudó a reforzar la unidad de un gremio históricamente falto de coordinación, o más bien fue el decreto de eliminación del trabajo nocturno lo que los motivó a reforzar una acción coordinada para batallar en defensa del triunfo logrado? Este aspecto no está del todo claro, por lo que volveremos a discutirlo al final de este artículo. Lo que sí está claro es que la lucha en pro de una legislación especial para el gremio, y su posterior aprobación, no hicieron más que marcar un punto de inflexión en torno a qué tipo de organización era y debía ser la Unión Sindical de Panificadores.
-- Fuente: HISTORIA Vol. 41, N° 2, julio-diciembre 2008: 495-532 ISSN 0073-2435
viernes, 1 de mayo de 2009
INVITACION DE LA MANCOMUNAL DEL PENSAMIENTO CRITICO
La Mancomunal del Pensamiento Crítico comienza a dotarse de las instancias necesarias para cumplir los objetivos trazados en su Declaración Inaugural.
Para este efecto, quienes hemos tomado la iniciativa de crear este centro de reflexión, estudio, debate y proposición de políticas que sirvan para alentar el rearme ideológico de los sectores populares en Chile, invitamos a todas las personas dispuestas a contribuir con su trabajo e ideas que ayuden a este propósito a una asamblea general que se realizará el SÁBADO 9 DE MAYO, a las 11 hrs., en el Auditorium Nº2 de la Universidad Bolivariana, Huérfanos 2940 (entre calles Libertad y Esperanza) (Estaciones de Metro: Quinta Normal o Cumming).
En esa oportunidad acordaremos los próximos pasos a seguir y nos dotaremos de las instancias orgánicas (grupos de trabajo) necesarias para la realización de nuestros propósitos.
Puedes hacer extensiva esta invitación a todas aquellas personas dispuestas a contribuir con su trabajo, ideas y propuestas para avanzar en el logro de los objetivos de la Mancomunal.
Fraternalmente,
Grupo de Iniciativa de la
Mancomunal del Pensamiento Crítico
Santiago, 29 de abril de 2009.
mancomunal@gmail.com
lunes, 20 de abril de 2009
La historiadora Cristina Moyano se sumerge. El MAPU bajo la lupa a 40 años de su fundación

Aunque el movimiento original desapareció en términos históricos en 1989, sus fundadores siguen bajo la atenta mirada de partidarios y detractores. Y pasan de artífices de la transición a "demonios" concertacionistas, negociadores y lobbistas que abandonaron sus banderas para "venderse" a las bondades de un mercado que antaño criticaban.
x NELLY YÁÑEZ y GUSTAVO VILLAVICENCIO
Sólo cinco turbulentos años alcanzó a existir el MAPU antes del 11 de septiembre de 1973. No obstante, este "partido mito" de la transición -que sucumbe en términos históricos en 1989 y que ficha a figuras como José Miguel Insulza, Eugenio Tironi, José Antonio Viera-Gallo y Enrique Correa- se niega a desaparecer y emerge hasta hoy en cada paso político de sus fundadores.
Su historia no es fácil. Parte con una cruda división de la DC, cuando la mayoría de la juventud, molesta con el gobierno de Eduardo Frei Montalva y apoyada por algunos parlamentarios como Jacques Chonchol, Rafael Agustín Gumucio, Julio Silva Solar y Alberto Jerez, opta por salirse del partido en 1969.
¿Su objetivo? Renovar la izquierda -a la que le aporta militancia cristiana- e impedir un gobierno de derecha en la presidencial del 70.
El naciente movimiento -conformado por cuadros profesionales y de élite- alcanza, sin base electoral, a conquistar puestos claves en el gobierno de la Unidad Popular. Pero sufre serios reveses. En 1971 migran todos sus parlamentarios a la recién formada Izquierda Cristiana; el 19 de mayo de 1972 su ideólogo, Rodrigo Ambrosio, muere trágicamente en un accidente automovilístico; en marzo de 1973 el movimiento se divide tras una pugna interna feroz, en la que hasta se disputan hasta la marca MAPU, y en septiembre pasan a la clandestinidad.
A 40 años de su fundación, la historiadora Cristina Moyano escarba en las entrañas de este movimiento en el libro MAPU o la seducción del poder y la juventud, que lanzará el 19 de mayo, para entender la influencia que hasta hoy tienen sus fundadores, cuyos movimientos políticos continúan bajo la atenta mirada de partidarios y detractores.
Pasan -según la autora- de artífices de la transición a "demonios de la Concertación", pues los ven como "los negociadores y los lobbistas, los que abandonaron sus banderas para 'venderse' a las bondades de un mercado que antaño criticaban".
Hoy su poder aparece menguado, aunque rebrotó con la llegada de Viera-Gallo a La Moneda y con las opciones presidenciales de Insulza para el 2014.
La ambiciosa campaña de inscripción:
"Seremos 100 mil"
La inscripción del partido fue una tarea ardua. La ley establecía 10 mil firmas y la directiva, pecando de optimista, lanzó la campaña "El pueblo inscribe al Mapu" y "Seremos 100 mil".
El libro sostiene que la cifra resultó inalcanzable y que la barrera autoimpuesta debió rebajarse a 40 mil, y luego a 20 mil. Al final, el 12 de agosto de 1971, el Mapu se inscribió con 34 mil firmas, cifra bastante lejana a sus expectativas originales.
Dos duras divisiones:
El Mapu -el mismo partido que había provocado el primer quiebre en la DC- sufre una convulsión similar en agosto de 1971. Los ex rebeldes del falangismo -incómodos con la doctrina marxista- optan por migrar hacia la Izquierda Cristiana y dejan al movimiento sin parlamentarios.
El golpe más fuerte, sin embargo, viene el 7 de marzo de 1973, cuando las diferencias internas frente al poder y al gobierno de la UP se hacen insalvables y se quiebra el Mapu.
La historiadora Cristina Moyano menciona que la mecha la enciende un documento que aseguraba que el gobierno de Allende sólo tenía recursos económicos para mantenerse hasta fines de abril, elaborado por los militantes de ese partido Eduardo Aquevedo, Rodrigo González, Enrique Olivares, Kalky Glausser y Carlos Montes.
El gobierno de Salvador Allende exige sanciones y Garretón se niega aduciendo libertad de expresión.
Jaime Gazmuri se autonomina secretario general subrogante, conformando una nueva directiva en conjunto con Fernando Flores, José Miguel Insulza, José Antonio Viera-Gallo y Carmen Gloria Aguayo. Y Garretón hace lo propio. El 15 de marzo, tanto el Partido Socialista como el MIR afirman que el verdadero Mapu es el que conduce Garretón, por lo que el grupo Gazmuri pasa a llamarse Mapu Obrero Campesino.
De ahí en adelante los grupos disidentes no sólo se pelean la figura de Ambrosio, sino que hasta se registran incidentes entre militantes.
Durante la clandestinidad y el exilio se convierten en bisagras para el diálogo entre la izquierda y la Democracia Cristiana, contactos claves para el origen de la Concertación y para el proceso de transición a la democracia.
Ex esposa de Belisario Velasco fue afectada:
Los costos del compromiso total que exigía el partido: Tiempo completo exigía el partido. Era la casa y el hogar. Una de las afectadas fue María de la Luz Silva, en ese tiempo esposa del DC Belisario Velasco y con cuatro hijos.
El testimonio que entrega en el libro es el siguiente: "Me separé el 72, en mayo, poco después de un gran problema que fue la discusión previa al Congreso, donde se dio la orden de concentrarse en el partido. Había que ir a unas reuniones, y en ellas se comenzó a trabajar además la idea de prepararse ante un posible enfrentamiento armado. Había alertas y, en esa época hubo una primera alerta, y yo me tuve que dirigir al lugar correspondiente. Entonces llegué más tarde a mi casa, y cuando iba de vuelta para la casa me chocaron los tiras y terminé llegando como a las dos de la mañana. Y claro, no me creyeron que venía de la reunión política, y era verdad, porque en eso estábamos y más encima con el auto chocado. Entonces tuvimos una discusión muy fuerte, en un ambiente que ya estaba muy conflictivo, porque en ese tiempo el marido mío estaba a cargo de Radio Balmaceda y él estaba en contra de Tohá y del gobierno, y nos habíamos pasado el verano entero peleando. Entonces, después de ese episodio, como él no se fue de la casa, me fui yo".
Allende los instala en complejos puestos:
Apenas roto el cascarón, el Mapu determina su estructura. Los "viejos" quedan en la dirección: Jacques Chonchol, como secretario nacional, seguido de Rafael Agustín Gumucio, Alberto Jerez, Julio Silva Solar y Vicente Sota.
Y toma dos decisiones: que no será partido y que privilegiará el programa por sobre el candidato. Tanto, que autodefine su identidad diciendo que "pretendemos ser un movimiento de cuadros, y no un movimiento de masas. No pretendemos andar robándoles gente a los demás, sino dedicarnos a crear conciencia revolucionaria".
No obstante, a poco andar, debe hacer ajustes. En septiembre de 1969 designa como precandidato a Chonchol, para no quedar fuera de las negociaciones, al que baja en enero del 70 en pro de la unidad.
Tras el triunfo de Salvador Allende, el Mapu coloca a sus profesionales a disposición, y se visibiliza en dos áreas: la reforma agraria, donde Chonchol, como ministro de Agricultura, toma el papel principal, y el área de la constitución de la propiedad social con Garretón en la subsecretaría de Economía y José Antonio Viera-Gallo en la de Justicia.
"En otras palabras -sentencia Moyano-, el Mapu se hizo perceptible en dos de los proyectos más ambiciosos y más criticados por la derecha chilena, por el impacto que tuvieron en la problemática de la propiedad privada".
lunes, 6 de abril de 2009
DECLARACION INAUGURAL DE LA MANCOMUNAL DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
Chile limita al centro de la injusticia
Violeta Parra
Violeta Parra
El llamado “modelo económico chileno” sólo beneficia a una ínfima minoría. Son rasgos destacados del mismo la expoliación creciente de los trabajadores, el saqueo de nuestras riquezas
básicas, la degradación sostenida del medioambiente, la concentración de la riqueza en pocas manos, la profunda desigualdad en la distribución del ingreso, altos niveles de desprotección de la
población ante todo tipo de contingencias y mecanismos de representación política que distorsionan gravemente la voluntad popular, amparando el fraude, la usura, el nepotismo y la corrupción más desenfrenados.
básicas, la degradación sostenida del medioambiente, la concentración de la riqueza en pocas manos, la profunda desigualdad en la distribución del ingreso, altos niveles de desprotección de la
población ante todo tipo de contingencias y mecanismos de representación política que distorsionan gravemente la voluntad popular, amparando el fraude, la usura, el nepotismo y la corrupción más desenfrenados.
Otro tanto acontece a escala global. Como resultado de la voracidad del gran capital, hoy nos vemos enfrentados a una profunda crisis civilizatoria que cobra expresión en las abismales desigualdades sociales existentes, en las múltiples manifestaciones de violencia social y política concomitantes y en la catástrofe ambiental que se desarrolla ante nuestros ojos.
El pensamiento neoliberal nos pinta un mundo de fantasía
Las incuestionables realidades antes señaladas son, sin embargo, sistemáticamente ignoradas o profundamente desvirtuadas. Desde las altas esferas del poder económico, la llamada “clase política”, los centros académicos y los medios de comunicación, se nos presenta al mundo actual como el mejor de los posibles.
A la base de esa representación engañosa, pero amplia y fuertemente difundida, se encuentra la silenciosa labor que, desde los think-tanks vinculados a los sectores políticos que hoy cogobiernan el país, desarrolla la amplia y bien pagada franja de intelectuales que trabaja al servicio de las clases dominantes. Quienes laboran en instituciones como Paz Ciudadana, Libertad y Desarrollo, el Centro de Estudios Públicos, Project-América, CIEPLAN, Expansiva, la Fundación Jaime Guzmán, Chile XXI y diversos grupos de investigadores de distintas universidades, contando con la mentoría intelectual y el apoyo financiero de una vasta red de organismos internacionales y del propio Estado chileno, consagran sus mejores energías y su talento a defender, consolidar y proyectar el sistema económico vigente, y con ello el tipo de sociedad de clases en que vivimos, siendo hoy uno de los principales focos temáticos de su labor la “modernización del Estado”.
Esto, sumado al hecho de que no existen ni una Izquierda Parlamentaria ni centros de estudios que, con medios equivalentes, trabajen en sintonía con los problemas de la baja ciudadanía y los sectores populares configura, desde la perspectiva de todos los que aspiramos a recomponer las relaciones sociales sobre la base del reconocimiento y respeto de la soberanía popular, una situación sumamente grave que necesita, de algún modo, ser prontamente encarada.
La necesidad de un rearme ideológico del
movimiento popular
Las nuevas formas de explotación, de exclusión, marginalidad y conflicto subjetivo han logrado desorientar, fragmentar y dispersar al movimiento popular. Se hace necesario un estudio sistemático y profundo para poner de relieve y denunciar eficientemente el significado de estas nuevas formas de dominación, permitiendo generar desde la base social un movimiento cultural y político capaz de sobreponerse a la hegemonía burguesa y proyectarse, con éxito, hacia una democratización real y profunda de la sociedad chilena en todos sus aspectos: económico, social político y cultural.
Esa necesidad plantea un desafío ético y profesional a los intelectuales y ciudadanos que tienen sensibilidad social y conciencia histórica de lo que ocurre. Es preciso reanimar el pensamiento crítico y la proyección propositiva del movimiento popular, pero no centrado en un ejercicio académico de elites profesionales que necesitan ser generosamente remuneradas, sino en el ejercicio libre de intelectuales y profesionales unidos por gestación comunitaria; en un trabajo institucionalizado y eficiente, pero de ética colectiva responsable; y en una proyección política creciente, pero no como centro o partido, sino como levadura coadyuvante de un movimiento popular amplio.
La experiencia acumulada recientemente indica que la reanimación cultural y política del movimiento popular no vendrá ni de las “universidades progresistas” ni de este o aquel centro académico con sensibilidad social, sino de la propia auto-educación popular, con la ayuda desinteresada de un nuevo tipo de ‘chispa intelectual’ de rango profesional. Una chispa que no brille por arriba, sino que ilumine por dentro de la base social. Una chispa que debe articularse del mismo modo en que lo está haciendo esa base social: por autogestión y mutualidad. Una organización del pensamiento crítico que se proponga disputar, en todos los espacios sociales y políticos, la hegemonía que hasta hoy ejerce el pensamiento único neoliberal o que pueda ejercer cualquier otro tipo de discurso ideológico burgués.
¿Por qué una “Mancomunal”?
Hemos acordado constituir una “Mancomunal del Pensamiento Crítico”, capaz de ser levadura de ese indispensable proceso de auto-educación popular. ¿Por qué “Mancomunal”? Porque esta denominación evoca el punto de vista de clase con que nos interesa abordar los grandes problemas y desafíos del presente. Ese fue el nombre de las organizaciones obreras que existieron hace un siglo, cuando Chile se aprestaba a conmemorar el primer Centenario del Estado republicano. Dichas organizaciones constituyeron uno de los esfuerzos de autoorganización más señeros de los trabajadores en el cuadro de un Estado oligárquico que se negaba a admitir la existencia de la espinuda “cuestión social” y cuya respuesta principal ante las demandas proletarias, era la represión.
Para hacer frente a la crítica condición popular, para unir y educar a los trabajadores, organizar sus luchas y darles una perspectiva política general, las mancomunales se dotaron de plataformas de lucha y programas, publicaron periódicos, incentivaron la organización popular, constituyeron fondos sociales autogestionados, dirigieron huelgas e incursionaron en el terreno político. Ellas adoptaron formas de organización muy flexibles, de acuerdo con sus características de positiva hibridez en tanto instituciones que combinaban las tareas mutualistas y sindicales, de
educación, ilustración y recreación popular. En consecuencia, admitían en su seno a diversos gremios obreros (hombres y mujeres) e intentaban agrupar a la diversidad de organizaciones populares, que en algunas ciudades incluía las sociedades de resistencia.
educación, ilustración y recreación popular. En consecuencia, admitían en su seno a diversos gremios obreros (hombres y mujeres) e intentaban agrupar a la diversidad de organizaciones populares, que en algunas ciudades incluía las sociedades de resistencia.
Un instrumento de nuevo tipo
La Mancomunal del Pensamiento Crítico nace en otro contexto y en base a otros sujetos sociales (intelectuales, profesionales, artistas, activistas de organizaciones sociopolíticas populares) para desarrollar una lucha en el terreno de las ideas, con una orientación y características muy distintas a las de otros centros de producción intelectual existentes actualmente en Chile. Se tratará de una institución que no pagará sueldos a los intelectuales y activistas que quieran ingresar en ella, sino al contrario: exigirá de ellos un pago de cuotas en proporción a sus ingresos como expresión de su compromiso real con la tarea que debiera unirnos a todos. Un centro de elaboración de ideas que no se regirá ni por el sueldo ni por el prestigio sino por el compromiso, la solidaridad, la responsabilidad y la eficiencia.
Esta Mancomunal se centrará en la investigación, el estudio y la propuesta, al nivel necesario para salirle al camino, competir mano a mano y doblegar en el terreno de las ideas a los think-tanks neoliberales. Esta iniciativa aspira a lograr un crecimiento cuantitativo y cualitativo que le
permita formar equipos de trabajo temáticos (Cultura, Educación, Asamblea Constituyente, Trabajo,
Salud, Economía, Defensa, sindicalismo, movimientos sociales, mujeres, jóvenes, Ecología, pueblos originarios, etc.) en distintos puntos del país. En segundo lugar, formar una red de instituciones asociadas o federadas a la Mancomunal del Pensamiento Crítico mediante acuerdos de colaboración basados en una convergencia esencial de principios y propósitos. Una tercera línea de acción se estructurará en torno a convenios de colaboración con organizaciones sociales, en base a principios de cooperación mutua que excluyan el paternalismo o el asistencialismo que caracteriza en muchos casos las relaciones entre ONGs de intelectuales y organizaciones populares.
Entre los aspectos del discurso ideológico dominante y de las realidades que necesitan ser confrontadas desde la perspectiva de las clases subalternas podemos mencionar, la interpretación neoportaliana de la historia de Chile, la pretensión de cientificidad asociada al discurso de los economistas ortodoxos, el inmenso perjuicio que para la mayoría de los chilenos suponen las políticas económicas, sociales y medioambientales actualmente en aplicación, el modo completamente distorsionado en que desde la ideología dominante se aborda y se trata persistentemente el tema de la violencia social, la arquitectura jurídico-política del Estado que distorsiona y de hecho niega real reconocimiento y respeto a la soberanía popular y el rol deliberadamente alienante que desempeñan actualmente los medios de comunicación de masas.
Nuestro llamamiento
Acometiendo el estudio y caracterización de esos problemas, levantando frente a ellos las propuestas que nos parezcan pertinentes, debatiéndolas y difundiéndolas lo más ampliamente posible, en estrecho contacto con las organizaciones populares, estaremos aportando una contribución que nos parece hoy indispensable para potenciar el rearme ideológico, político y organizativo del pueblo trabajador chileno y poner de esa manera en marcha un proceso de democratización real y profunda de la sociedad en todos los planos.
Se trata de avanzar teniendo como meta la construcción de un Chile para todos, ayudando a rearticular al sujeto protagónico de esta lucha y a ponerlo en condiciones de desplegar un accionar consistente en pro de sus derechos, intereses y aspiraciones, para alcanzar la vida digna, segura y confortable que las condiciones materiales del mundo actual posibilitan. En consecuencia, llamamos a todos los intelectuales, profesionales y dirigentes sociales que se sientan identificados con estos propósitos a sumarse activamente al trabajo de esta naciente Mancomunal del Pensamiento Crítico.
Santiago, abril de 2009.
Comité de Iniciativa:
Silvia Aguilera, editora; Patricio Cid, médico cirujano; María Eugenia Domínguez, periodista; Claudia Drago, profesora; Claudio Duarte, sociólogo; Mario Garcés, historiador; Jorge Gonzalorena, sociólogo; Sergio Grez, historiador; Carlos Molina, médico cirujano; Manuel Ossa, teólogo; Manuel Rubio, profesor; Gabriel Salazar, historiador; Ángel Saldomando, economista y cientista político; Carlos Sandoval, historiador; María Emilia Tijoux, socióloga; Miguel Urrutia, sociólogo y profesor de Historia.
Correo electrónico: mancomunal@gmail.com
martes, 10 de marzo de 2009
A LA COMUNIDAD EDUCACIONAL: INVITACIÓN A VISITAR UN MUSEO TOTALMENTE REMOZADO
Santiago, marzo de 2009.
De mi consideración:
Me dirijo a ustedes para invitarlos a conocer el Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna. La muestra permanente de nuestro museo ha sido diseñada para que los visitantes puedan observar, a través de la vida de este personaje (1831-1886), un conjunto de problemas y situaciones históricas del siglo XIX, muchas de las cuales tienen alcance hasta nuestros días.
El Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna ha sido completamente renovado y modernizado en los últimos años a fin de ofrecer al público una muestra museográfica atractiva, instructiva y didáctica. Entre otros soportes pedagógicos, el museo cuenta con un diaporama de 23 minutos de duración, centrado en la transformación de la ciudad de Santiago impulsada por Vicuña Mackenna en tanto Intendente de la capital (1872-1875). En las salas de exhibición hay maquetas, paneles, textos y un CD ROM interactivo, además de objetos patrimoniales restaurados (cuadros, muebles, utensilios domésticos y personales, libros, fotografías, etc.) que pertenecieron a Vicuña Mackenna o a sus familiares más cercanos. A través de estos objetos y soportes didácticos es posible conocer múltiples aspectos de la vida y obra de este destacado personaje: vida familiar, viajes por el mundo, Intendente de Santiago, historiador, político, periodista, americanista, etc.
La oferta del Museo Vicuña Mackenna está dirigida principalmente a la comunidad escolar y estudiantil, en sintonía con los planes y programas de estudio de la reforma educacional en curso.
A lo anterior debemos agregar que recientemente este museo fue completamente remozado mediante la realización de trabajos de pintura, pulido y vitrificado de pisos, instalación de aire acondicionado en las salas de la muestra permanente y en su salón de actos, etc., de manera de hacer aún más grata la estadía de nuestros visitantes.
Junto con reiterarles nuestra invitación les solicitamos que la difundan, especialmente entre los profesores de Historia y Ciencias Sociales. Los grupos organizados (alumnos acompañados por un profesor) no pagan entrada y son atendidos por un guía que hará más grata y provechosa su visita. Sólo se requiere telefonear al número 222 96 42, para fijar un horario a convenir, de lunes a viernes entre las 9,30 y las 13 hrs. y entre las 14 y 17,50 hrs.
Esperando vuestra visita, se despide cordialmente,
Sergio Grez Toso
Dr. en Historia
Director Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna
PD. Para realizar una visita virtual por todo el museo, haga doble click en las letras azules
Flip360: MUSEO BENJAMíN VICUÑA
jueves, 5 de febrero de 2009
Diaguitas, Huascoaltinos y Conficto Pascua Lama: notas acerca de un proyecto de historia oral y etnogenesis
x Pedro Canales Tapia
Profesor de Historia
Investigador CLACSO
Entre el 10 y el 17 de Enero del presente año se llevó a cabo la primera etapa del proyecto de investigación “Huascoaltinos: discurso identitario regenerativo y el efecto Pascua Lama. Región de Atacama, Chile, 1998 – 2008”, luego de postular y ganar el fondo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), con sede en Argentina, denominado"América Latina y el Caribe sobre Naturaleza, Sociedad y Territorio" para investigadores en proceso de consolidación.
El objetivo general de este trabajo tiene que ver con analizar la construcción de discursos de identidad étnica entre los Huascoaltinos, con el propósito de cotejar los postulados que dan sentido a sus demandas y reivindicaciones históricas tanto en el plano étnico-territorial como en el plano de movilización y defensa del medio ambiente, en contextos del conflicto medio ambiental Pascua Lama de Barrik Company.
Mientras los objetivos específicos los podemos presentra a partir de tres argumentos: i) Explicar el proceso de construcción identitaria étnico – territorial experimentado por la comunidad Huascoaltina, dentro del contexto de conflicto medioambiental Pascua Lama y el reciente reconocimiento constitucional del pueblo Diaguita y el consiguiente rechazo de esta medida por parte del mundo académico regional; ii) Identificar los aspectos centrales del discurso étnico – territorial reivindicado por los Huascoaltinos, con la intención de vincular dicha propuesta de sentido, con las movilizaciones desplegada por organizaciones ciudadanas y ambientalista en región de Atacama y Chile, contra el megaproyecto Pascua Lama, y, iii) Distinguir las características de las movilizaciones y discursos reivindicativos en defensa del medio ambiente, emanadas a partir de la identidad étnico – territorial Huascoaltina, con el propósito de relacionar dichas acciones con las generadas por los movimientos ciudadanos y ambientalistas de la región de Atacama y Chile frente a al conflicto con Barrik Company y su proyecto Pascua Lama.
Junto seis jovenes investigadores, estudiantes de Historia todos/as ellos/as, recopilamos más de 70 entrevistas en los diferentes poblados y lugares del valle del Tránsito, en la Comuna de Alto de Carmen, provincia de Huasco, en la región de Atacama. Sin duda un arduo e intenso trabajo, que fue seguido por un proceso de transcripcón, y actualemnte por un trabajo de sustematización y análisis de la información.
La idea final de este trabajo, que se detiene más en la problematica etnica territorial y en los proceso de etnogenesis, y menos en el conflicto cupular con Barrik Company, presente asumir corporalidad en un libro, que esperamos pueda salir a la luz publica el primer semestre del año 2010.
Sin duda todo un desafío.
domingo, 18 de enero de 2009
Sergio Grez Toso: Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile, 1893-1915. Santiago de Chile, Lom, 2007, 435 pp.

x Luis Alberto Romero
Universidad de Buenos Aires
Universidad del General San Martín
CONICET
Vale la pena leerlo en paralelo con el excelente libro de Juan Suriano Anarquistas. El anarquismo chileno, tan vigoroso como el argentino, tuvo rasgos específicos, visibles no tanto en sus textos como en sus prácticas sociales y políticas. Una de las principales diferencias radica en la ausencia en Chile de la inmigración masiva, que en la Argentina ayudó a implantar los primeros núcleos libertarios. En Chile los anarquistas surgieron de la decantación de tendencias existentes en el interior del movimiento popular. Los primeros anarquistas aparecieron en sociedades populares y periódicos de combate, que tomaban distancia del mutualismo dominante. Allí coexistían y discutían con otros militantes: los socialistas, que todavía no tenían partido, y los “democráticos” -del partido Demócrata- que desde 1887 impulsaban en Chile la luchas políticas y sociales.
La primera gran experiencia anarquista se desarrolló en el ciclo de huelgas que se inició en Santiago en 1902 y culminó en las pampas salitreras del norte en 1907. Los anarquistas ganaron reconocimiento y prestigio, no tanto por sus ideas generales cuanto por su capacidad de liderazgo y por la eficacia de su línea de acción: la huelga dura e intransigente, y un cierto uso de la violencia, que contrastaba con la tibia moderación de sus principales competidores, los demócratas. Por entonces los principales dirigentes libertarios decidieron instalarse en Tarapacá, la provincia salitrera, donde comenzaba un ciclo de intensas luchas. A diferencia de la mayoría de los estudiosos de esa cuestión, Grez duda de la importancia de la implantación anarquista; sin embargo reconoce que la huelga salitrera tuvo en su dinámica una impronta libertaria, tanto en sus éxitos como en el trágico final: la matanza de Santa María de Iquique en 1908.
Grez sigue luego al anarquismo en los oscuros años posteriores, de retracción del movimiento social y de fuerte represión por parte de un gobierno convencido –como el argentino de entonces- de que la “conjura anarquista” debía ser suprimida con métodos radicales. Por un curioso efecto de imitación, también se pensó en una Ley de Residencia, aunque en Chile no había casi militantes de origen extranjero. Desde 1912 resurgió el conflicto social, en las fábricas y en las calles, y reaparecieron los grupos anarquistas, liderando su organización. 1913 fue su momento de esplendor: una huelga general, y la creación de una organización de alcance nacional, la Federación Obrera Regional Chilena. También –quizá por las mismas razones- el debate interior, presente en todo el ciclo anarquista, cristalizó en dos o tres grandes corrientes -sindicalistas, anarco sindicalistas, anarco comunistas, y alguna otra-, preanunciando la próxima escisión sindicalista.
Sergio Grez ha combinado en este estudio una investigación de base digna de la mejor tradición erudita y una original perspectiva sobre los problemas, que integra a escuela francesa de Annales y la historia social marxista inglesa. Dentro de ese horizonte, incorpora de manera fructífera los enfoques y cuestiones que recientemente renovaron la historia política, y propone una mirada que –con el horizonte de la historia total- transita simultáneamente por las dos vías. De entre las varias cuestiones que surgen de su texto, voy a referirme a dos: el problema de la caracterización del grupo que es el sujeto de esta historia y el de su vinculación con el vasto movimiento social que los siguió.
¿Quiénes eran, exactamente, los anarquistas? ¿Quiénes participaban, de alguna manera de “la Idea”? Muy pocos. Grez estima que en Chile había unos 90 dirigentes y algunos centenares de militantes de base. Frecuentemente los anarquistas han sido considerados como un grupo pequeño y cerrado, adecuado para estudios de tipo etnográfico. No es el caso de Grez, quien reiteradamente señala que se trataba de un grupo abierto, cuyos miembros entraban y salían permanentemente. Si bien en sus textos de combate el anarquismo se definió por oposición a los democráticos de Malaquías Concha o a los socialistas de Luis Emilio Recabarren, el grueso de sus cuadros militantes circuló fluidamente entre estos tres grupos.
La mayoría de sus dirigentes hizo una experiencia inicial en el partido Demócrata, y frecuentemente volvió a él, cuando se desilusionó con el anarquismo y sus posibilidades. Algunos hicieron este ciclo dos veces. Por otra parte, los anarquistas animaron otros movimientos de opinión, como el internacionalismo, el pacifismo, el antimilitarismo, la reivindicación de los derechos de la mujer, así como varios ligados con la salud corporal, la higiene, la alimentación y hasta la espiritualidad. En esa práctica militante, muchos salieron de la vía anarquista y tomaron otro ramal, así como otros que venían de alguno de estos movimientos se incorporaron al anarquismo.
No debemos asombrarnos: así ocurre normalmente. Nuestro problema es que las clasificaciones con las que nos manejamos nos impiden centrarnos en este aspecto dinámico e inestable de la militancia. De los anarquistas, como de muchos otros grupos, cabe decir -más con Heráclito que con Parménides- que no son sino que están siendo. Una metáfora adecuada para caracterizarlos es un tren, con sus pasajeros que suben, bajan, y a veces llegan al final del recorrido.
Para Grez es posible hablar de “movimiento”, o “corriente”, para conceptualizar esta fluidez, que no solo se refiere a sus integrantes sino a la misma “Idea”. Quienes se identificaban como anarquistas –finalmente, esta auto identificación resulta un factor importante- compartían algunas ideas pero sobre todo, muchas discusiones en torno de algunos puntos comunes. Es cierto que esto puede decirse de cualquier movimiento político, pero está especialmente marcado entre los anarquistas, por la ausencia de una organización partidaria que fije algún tipo de creencia básica. Esto es aún más fuerte entre los anarquistas chilenos: a diferencia de la Argentina, donde un grupo de intelectuales trajo permanentemente al debate las posiciones que se desarrollaban en Europa, en Chile el sector intelectual pesó poco, y abundaron en cambio los trabajadores autoeducados, con más referencias en la lucha social que en los libros.
Un punto indiscutido del ideario anarquista era la negación del estado y de la política. Grez precisa: se rechazaba la política de partidos, la representación y las elecciones, pero se hacía política permanentemente, intensamente. Agrega un punto importante: a diferencia de los socialistas, o inclusive de los democráticos, los anarquistas no pusieron un énfasis especial en la construcción futura de una sociedad justa, y se volcaron más al mejoramiento presente, tanto en lo social como en lo personal. Hubo poca teleología; más bien, una llamarada individualista, de un liberalismo radical, en el seno de un movimiento social que en el mundo entero marchaba hacia formas colectivistas.
Aquí está, para Grez, la clave de la segunda cuestión: la formidable capacidad anarquista para integrarse en el movimiento social y, a la vez, su incapacidad para hacer permanente esa inserción. Los anarquistas, en Chile, en la Argentina y en muchas otras partes, fueron grandes conductores de la lucha social. Se especializaron en lo que Suriano llamó “militancia de urgencia”. Grez nos dice que no se trata exactamente de táctica o estrategia –una distinción carente de sentido en un movimiento tan poco teleológico.- sino de una “línea de acción”. Ninguno de los dos cree que las masas que siguieron a los anarquistas en las huelgas compartieran las ideas más generales de sus dirigentes. Esto sería tan erróneo como suponer que quienes en la Córdoba de 1970 reconocieron el liderazgo de Agustín Tosco o René Salamanca coincidieran con sus ideas sobre la sociedad futura.
En esta perspectiva, Grez duda de que los anarquistas condujeran la huelga salitrera de 1907, pero considera que seguramente se produjo una confluencia empática entre unos y otros. En su opinión, la fortaleza anarquista estuvo en su capacidad para percibir y potenciar los estados de ánimo de los sectores populares cuando estaban movilizados, mientras que su debilidad radicó en la falta de una organización política que les permitiera remontar los momentos de baja y uniera ambos momentos de la lucha social –el alza y la baja- en un designio común. Esto el lo que hicieron, en el mundo entero, los socialistas y los comunistas, que arraigaron poco después en Chile, y también en la Argentina, aunque ambos países tendría desarrollos muy diferentes en la segunda mitad del siglo XX. Es paradójico, pero en realidad bastante lógico, que en el momento en el que los anarquistas chilenos se encaminaron hacia la organización, con la creación en 1913 de la FORCH, simultáneamente crearan el escenario y las condiciones para la escisión.
La última reflexión de Grez se refiere a la declinación del anarquismo. Los anarquistas resistieron la dura represión estatal de principios de siglo, y aún se fortalecieron con ella: la acción estatal demostraba lo correcto de su diagnóstico. En la década de 1920 el estado comenzó a andar el camino de la reforma social: en ese nuevo escenario el discurso anarquista dejó de ser creíble y su influencia decayó, mientras crecía la de quienes tomaban al reformismo, y al estado que lo practicaba, como datos para su propuesta.
Universidad de Buenos Aires
Universidad del General San Martín
CONICET
Sergio Grez es autor de un libro ya clásico sobre la historia del movimiento popular chileno en el siglo XIX y su rica experiencia organizativa e intelectual. Prolongando esa historia, en esta obra estudia el desplazamiento del foco popular, que con el cambio de siglo pasó de los artesanos ilustrados a los obreros militantes, y el correlativo surgimiento y apogeo de los grupos anarquistas.
Vale la pena leerlo en paralelo con el excelente libro de Juan Suriano Anarquistas. El anarquismo chileno, tan vigoroso como el argentino, tuvo rasgos específicos, visibles no tanto en sus textos como en sus prácticas sociales y políticas. Una de las principales diferencias radica en la ausencia en Chile de la inmigración masiva, que en la Argentina ayudó a implantar los primeros núcleos libertarios. En Chile los anarquistas surgieron de la decantación de tendencias existentes en el interior del movimiento popular. Los primeros anarquistas aparecieron en sociedades populares y periódicos de combate, que tomaban distancia del mutualismo dominante. Allí coexistían y discutían con otros militantes: los socialistas, que todavía no tenían partido, y los “democráticos” -del partido Demócrata- que desde 1887 impulsaban en Chile la luchas políticas y sociales.
La primera gran experiencia anarquista se desarrolló en el ciclo de huelgas que se inició en Santiago en 1902 y culminó en las pampas salitreras del norte en 1907. Los anarquistas ganaron reconocimiento y prestigio, no tanto por sus ideas generales cuanto por su capacidad de liderazgo y por la eficacia de su línea de acción: la huelga dura e intransigente, y un cierto uso de la violencia, que contrastaba con la tibia moderación de sus principales competidores, los demócratas. Por entonces los principales dirigentes libertarios decidieron instalarse en Tarapacá, la provincia salitrera, donde comenzaba un ciclo de intensas luchas. A diferencia de la mayoría de los estudiosos de esa cuestión, Grez duda de la importancia de la implantación anarquista; sin embargo reconoce que la huelga salitrera tuvo en su dinámica una impronta libertaria, tanto en sus éxitos como en el trágico final: la matanza de Santa María de Iquique en 1908.
Grez sigue luego al anarquismo en los oscuros años posteriores, de retracción del movimiento social y de fuerte represión por parte de un gobierno convencido –como el argentino de entonces- de que la “conjura anarquista” debía ser suprimida con métodos radicales. Por un curioso efecto de imitación, también se pensó en una Ley de Residencia, aunque en Chile no había casi militantes de origen extranjero. Desde 1912 resurgió el conflicto social, en las fábricas y en las calles, y reaparecieron los grupos anarquistas, liderando su organización. 1913 fue su momento de esplendor: una huelga general, y la creación de una organización de alcance nacional, la Federación Obrera Regional Chilena. También –quizá por las mismas razones- el debate interior, presente en todo el ciclo anarquista, cristalizó en dos o tres grandes corrientes -sindicalistas, anarco sindicalistas, anarco comunistas, y alguna otra-, preanunciando la próxima escisión sindicalista.
Sergio Grez ha combinado en este estudio una investigación de base digna de la mejor tradición erudita y una original perspectiva sobre los problemas, que integra a escuela francesa de Annales y la historia social marxista inglesa. Dentro de ese horizonte, incorpora de manera fructífera los enfoques y cuestiones que recientemente renovaron la historia política, y propone una mirada que –con el horizonte de la historia total- transita simultáneamente por las dos vías. De entre las varias cuestiones que surgen de su texto, voy a referirme a dos: el problema de la caracterización del grupo que es el sujeto de esta historia y el de su vinculación con el vasto movimiento social que los siguió.
¿Quiénes eran, exactamente, los anarquistas? ¿Quiénes participaban, de alguna manera de “la Idea”? Muy pocos. Grez estima que en Chile había unos 90 dirigentes y algunos centenares de militantes de base. Frecuentemente los anarquistas han sido considerados como un grupo pequeño y cerrado, adecuado para estudios de tipo etnográfico. No es el caso de Grez, quien reiteradamente señala que se trataba de un grupo abierto, cuyos miembros entraban y salían permanentemente. Si bien en sus textos de combate el anarquismo se definió por oposición a los democráticos de Malaquías Concha o a los socialistas de Luis Emilio Recabarren, el grueso de sus cuadros militantes circuló fluidamente entre estos tres grupos.
La mayoría de sus dirigentes hizo una experiencia inicial en el partido Demócrata, y frecuentemente volvió a él, cuando se desilusionó con el anarquismo y sus posibilidades. Algunos hicieron este ciclo dos veces. Por otra parte, los anarquistas animaron otros movimientos de opinión, como el internacionalismo, el pacifismo, el antimilitarismo, la reivindicación de los derechos de la mujer, así como varios ligados con la salud corporal, la higiene, la alimentación y hasta la espiritualidad. En esa práctica militante, muchos salieron de la vía anarquista y tomaron otro ramal, así como otros que venían de alguno de estos movimientos se incorporaron al anarquismo.
No debemos asombrarnos: así ocurre normalmente. Nuestro problema es que las clasificaciones con las que nos manejamos nos impiden centrarnos en este aspecto dinámico e inestable de la militancia. De los anarquistas, como de muchos otros grupos, cabe decir -más con Heráclito que con Parménides- que no son sino que están siendo. Una metáfora adecuada para caracterizarlos es un tren, con sus pasajeros que suben, bajan, y a veces llegan al final del recorrido.
Para Grez es posible hablar de “movimiento”, o “corriente”, para conceptualizar esta fluidez, que no solo se refiere a sus integrantes sino a la misma “Idea”. Quienes se identificaban como anarquistas –finalmente, esta auto identificación resulta un factor importante- compartían algunas ideas pero sobre todo, muchas discusiones en torno de algunos puntos comunes. Es cierto que esto puede decirse de cualquier movimiento político, pero está especialmente marcado entre los anarquistas, por la ausencia de una organización partidaria que fije algún tipo de creencia básica. Esto es aún más fuerte entre los anarquistas chilenos: a diferencia de la Argentina, donde un grupo de intelectuales trajo permanentemente al debate las posiciones que se desarrollaban en Europa, en Chile el sector intelectual pesó poco, y abundaron en cambio los trabajadores autoeducados, con más referencias en la lucha social que en los libros.
Un punto indiscutido del ideario anarquista era la negación del estado y de la política. Grez precisa: se rechazaba la política de partidos, la representación y las elecciones, pero se hacía política permanentemente, intensamente. Agrega un punto importante: a diferencia de los socialistas, o inclusive de los democráticos, los anarquistas no pusieron un énfasis especial en la construcción futura de una sociedad justa, y se volcaron más al mejoramiento presente, tanto en lo social como en lo personal. Hubo poca teleología; más bien, una llamarada individualista, de un liberalismo radical, en el seno de un movimiento social que en el mundo entero marchaba hacia formas colectivistas.
Aquí está, para Grez, la clave de la segunda cuestión: la formidable capacidad anarquista para integrarse en el movimiento social y, a la vez, su incapacidad para hacer permanente esa inserción. Los anarquistas, en Chile, en la Argentina y en muchas otras partes, fueron grandes conductores de la lucha social. Se especializaron en lo que Suriano llamó “militancia de urgencia”. Grez nos dice que no se trata exactamente de táctica o estrategia –una distinción carente de sentido en un movimiento tan poco teleológico.- sino de una “línea de acción”. Ninguno de los dos cree que las masas que siguieron a los anarquistas en las huelgas compartieran las ideas más generales de sus dirigentes. Esto sería tan erróneo como suponer que quienes en la Córdoba de 1970 reconocieron el liderazgo de Agustín Tosco o René Salamanca coincidieran con sus ideas sobre la sociedad futura.
En esta perspectiva, Grez duda de que los anarquistas condujeran la huelga salitrera de 1907, pero considera que seguramente se produjo una confluencia empática entre unos y otros. En su opinión, la fortaleza anarquista estuvo en su capacidad para percibir y potenciar los estados de ánimo de los sectores populares cuando estaban movilizados, mientras que su debilidad radicó en la falta de una organización política que les permitiera remontar los momentos de baja y uniera ambos momentos de la lucha social –el alza y la baja- en un designio común. Esto el lo que hicieron, en el mundo entero, los socialistas y los comunistas, que arraigaron poco después en Chile, y también en la Argentina, aunque ambos países tendría desarrollos muy diferentes en la segunda mitad del siglo XX. Es paradójico, pero en realidad bastante lógico, que en el momento en el que los anarquistas chilenos se encaminaron hacia la organización, con la creación en 1913 de la FORCH, simultáneamente crearan el escenario y las condiciones para la escisión.
La última reflexión de Grez se refiere a la declinación del anarquismo. Los anarquistas resistieron la dura represión estatal de principios de siglo, y aún se fortalecieron con ella: la acción estatal demostraba lo correcto de su diagnóstico. En la década de 1920 el estado comenzó a andar el camino de la reforma social: en ese nuevo escenario el discurso anarquista dejó de ser creíble y su influencia decayó, mientras crecía la de quienes tomaban al reformismo, y al estado que lo practicaba, como datos para su propuesta.
martes, 6 de enero de 2009
DEL CENTRO DE ESTUDIOS ARABES A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA

El Centro de Estudios Árabes de la Facultad de Filosofìa y Humanidades de la Universidad de Chile compartiendo los principios de la Declaración de los Derechos Humanos, cuyo artículo 1° plantea que todos los seres humanos nacen libres en igualdad, dignidad y derechos, solidariza con el pueblo palestino y hace un llamado a la Comunidad Académica Nacional a condenar y rechazar las acciones militares emprendidas por el Estado de Israel en la Franja de Gaza.
La gravedad de estos acontecimientos debe posibilitar una reflexión sobre el grado de compromiso de la Comunidad Universitaria con el más fundamental de los Derechos Humanos que es el Derecho a la Vida, fundado jurídicamente por el Derecho Internacional y refrendado por las Naciones Unidas.
Es preciso considerar que la situación vivida por los palestinos hoy, no tiene un carácter puntual, sino que obedece a una política sistemática de represión, destrucción y exterminio al pueblo palestino que ha venido sucediendo desde hace 60 años, y que ha sido condenada por las Naciones Unidas reiteradamente.
Consternados frente al ataque militar contra el pueblo palestino, a sus centros académicos y en particular a la Universidad Islámica de Gaza, que acoge a 22.000 estudiantes, en su mayoría mujeres, hacemos un llamado a condenar la agresión israelí y solidarizar con la comunidad académica palestina y su pueblo.
SANTIAGO, DICIEMBRE 30 DE 2008.
-- Atentamente,
JUANA BENAVENTE C.
Secretaria Centro de Estudios Árabes.
Fac. de Filosofía y Humanidaes. Universidad de Chile
Fac. de Filosofía y Humanidaes. Universidad de Chile
562-2393107 562-2372668 http://www.estudiosarabes.cl/
lunes, 29 de diciembre de 2008
Seminario sobre la Rebelión obrera de Puerto Natales de enero de 1919

Fuente: La Prensa Austral
Después de años de indiferencia la rebelión obrera del año 1919 será analizada por doctores en historia en un evento a realizarse en Ultima Esperanza.
La tragedia ocurrida el 23 de enero de ese año sólo es recordada en la comuna por una plazoleta que muchos desconocen su nombre y donde ni siquiera existe una placa y por una tumba que es hermoseada y mantenida por piadosas manos anónimas.
Sin embargo con motivo de cumplirse noventa años de los Sucesos de Puerto Natales con los auspicios de la Universidad de Magallanes y la Corporación Municipal de Educación de Puerto Natales el día 23 de enero próximo se desarrollará en nuestra ciudad una interesante jornada de historia regional.
El evento adquiere importancia para los natalinos no sólo por el tema a analizar en el encuentro si no también por el nivel de los expositores.
Lamentables sucesos
El día 23 de enero del año 1919 a raíz de tensiones entre la empresa propietaria del Frigorífico Bories, la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego y sus trabajadores se produjo una situación de desorden social, donde hubo mucha violencia. El resultado fue seis sindicalistas y cuatro carabineros muertos.
Es tal el impacto que produjo en Chile y Argentina este episodio, que el gobierno de la época (Presidente Sanfuentes) pidió al Parlamento una Ley de Excepción para impedir que las instancias de violencias producidas en los territorios australes no se repitieran en el resto del país.
El gobierno argentino movilizó un barco de su flota de guerra hacia Río Gallegos debido a que las informaciones decían que después de haber dominado Puerto Natales, los "apátridas exaltados" iban en una columna de 500 hombres a tomarse Río Gallegos.
Nuevos antecedentes
A fines de 2005 gracias a las investigaciones en el Archivo Nacional, dirigidas por el sociólogo natalino, Ramón Arriagada, en conjunto con el investigador Héctor Catalán fue posible recuperar el expediente judicial de 1.600 páginas. Este "maravilloso documentos -como lo califica uno de sus descubridores- reseña todo el juicio seguido contra los sospechosos de haber participado en los hechos".
Los panelistas invitados son los doctores en Historia, Sergio Grez Toso y Alberto Harambour Ross. El primero de ellos es el Director del Museo Vicuña Mackenna y es quizás quien mejor ha estudiado los movimientos sociales de comienzo del siglo XIX en Chile. En su exposición se referirá a la influencia del anarquismo en el sindicalismo en la época estudiada. En tanto Alberto Harambour hará un análisis de las corrientes políticas en los comienzos del siglo XX en Magallanes.
Además participarán en las exposiciones el escritor y periodista magallánico Carlos Vega Delgado, quien se referirá al movimiento obrero de Magallanes (es autor de un importante libro sobre el tema) y Nelson Danilo Alvarez, estudiante de Derecho, se referirá a las características procesales del juicio seguido a los supuestos implicados en los hechos y que duró cuatro años.
El sociólogo y escritor natalino Ramón Arriagada se referirá al libro que sobre los hechos publicará en los próximos meses en cuya creación se realizó la investigación que dio con el expediente judicial y que entrega nuevos antecedentes para tener una visión más acabada sobre el clima en que se dieron los hechos.
Colaboración: Historiador Dr. Sergio Grez Toso. Academico U. de Chile y Director Mueso Nac. B. Vicuña Mackenna. Santiago.
martes, 9 de diciembre de 2008
Se conmemoran 80 años de la Masacre de las Bananeras
Escritores, historiadores, economistas, académicos e investigadores de varios países se reúnen entre hoy y mañana en Santa Marta y Cienaga para esta ocasión.
La Masacre de las Bananeras es un episodio que desató un hecho sin precedentes en la historia de Colombia.
El encuentro hace parte del Coloquio Internacional '80 años del conflicto de las bananeras', organizado por la facultad de economía de la Universidad del Magdalena, y en el que se recordarán algunos aspectos de la muerte de un número indeterminado de manifestantes en Ciénaga (Magdalena), entre el 5 y el 6 de diciembre de 1928, por tropas oficiales.
Este hecho tuvo serias implicaciones no sólo desde el punto de vista laboral o de movimientos obreros, sino económicos, políticos y social.
Para historiadores como Mauricio Archila, la Masacre de las Bananeras se convirtió en un hito de las luchas obreras y un mito para la historia y las letras colombianas.
Algunos coinciden en afirmar que no existe un evento en la historia del país que sea tan doloroso y al mismo tiempo tan expuesto a los vaivenes de la ficción como lo ocurrido en Ciénaga.
El evento se llevará a cabo en el auditorio Madre Margoth Dávila del Centro Cultural Claustro San Juan Nepomuceno bajo el eslogan 'Conmemoración de un hecho de historia económica y social, más allá del realismo mágico'.
Entre los invitados se destacan la investigadora Catherine Legrand, Profesora de la Universidad de McGill de Montreal (Canadá), y la historiadora de Salem State College de Estados Unidos Aviva Chomsky, hija del célebre lingüista norteamericano Noam Chomsky.
El coloquio iniciará con el ciclo de conferencias sobre estudios comparados de movimientos sociales y conflictos obreros en Latinoamérica con la participación del docente de la Universidad Veracruzana (México) Bernardo García Diaz; el director del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna (Chile); Sergio Grez Toso, y la directora del Departamento de Historia del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, Yesenia Martínez.
El ciclo de conferencias de estudios sobre la 'United Fruit Company' estará a cargo del cubano Oscar Zanetti Lecuona.
Por su parte las conferencias de estudios asociados a la Masacre de las Bananeras y la violencia en Colombia, iniciará con la estadounidense Aviva Chomsky, primogénita del considerado intelectual vivo más importante del mundo.
La canadiense Catherine Legrand, la colombiana Adriana Mercedes, y el investigador Jorge Elías Caro, disertarán sobre distintas problemáticas de la zona bananera para la época del conflicto.
También se realizará en el Museo de Arte de la Universidad del Magdalena una exposición fotográfica y artística alusiva a la temática de este hecho histórico.
El viernes se desarrollarán las conferencias donde participarán los colombianos Joaquín Viloria de La Hoz, investigador del Banco de la República; Adolfo Meisel Roca, gerente del Banco de la República de Cartagena; Antonio Navarro Hernández y Álvaro Mercado Suárez, docentes de la Universidad del Magdalena; y el estadounidense Steve Striffler, docente de la Universidad de Arkansas.
En Ciénaga se cumplirá el panel: 'Ciénaga y la memoria del conflicto de las bananeras' a las 4:00 de la tarde en el Teatro Municipal.
LEONARDO HERRERA DELGHAMSCorresponsal de EL TIEMPOSANTA MARTA
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